31.10.06

Del 10 al 1: Händel

(Texto publicado originalmente en Mixobitácora el 27 de julio de 2005)

En el número 9, con 93 obras en el día de hoy, esta el alemán, inglés de adopción, Georg Friedrich Händel (Halle, 23 de febrero de 1685 - Londres, 14 de abril de 1759). Lo primero que diré sobre él es que siempre me gusta utilizar la forma alemana de su nombre: Händel. Por ahí se lee mucho Handel (sin umlaute) o Haendel, pero yo prefiero el original. Aparte de la manía personal, es porque pienso que la germanidad nunca desapareció del todo en este hábil músico y empresario.

Confieso que me costó entrar en Händel. En mis primeros tiempos de aficionadillo me hice con las que quizás sean sus obras más famosas para el gran público: la Water Music y la Royal Fireworks Music, en unas versiones de cuyo responsable no quiero acordarme. Durante años, su presencia en mis estanterías no pasó de ahí (la verdad es que igual ocurrió con la llamada música barroca en general). En los últimos años, mi participación en foros de música en Internet aumentó aún más mi prevención ante él, puesto que pude comprobar que sus admiradores acérrimos estaban entre los usuarios más agresivos de los foros. Me dije a mí mismo: "a ver si empiezo a escuchar música de este hombre y me vuelvo yo también así..."

Por fortuna este estúpido temor pasó y en los últimos tiempos me he hecho con unas cuantas de sus óperas y oratorios, con su música de cámara completa y con casi toda su obra orquestal. La verdad es que es un músico más que interesante. Necesito escuchar con más detenimiento sus óperas y oratorios, pero en ellos he encontrado algunos pasajes de una belleza y un dramatismo sobrecogedores. Citaría el aria Scherza, infida, de su ópera Ariodante, la primera que tuve, y el oratorio L'Allegro, il penseroso ed il moderato como ejemplos que servirían para que cualquiera se aficionase a su música. Además, en mi caso, hay un punto a su favor: Händel era el ídolo de Beethoven, seguramente gracias a la asistencia en su juventud a las veladas patrocinadas por el barón van Swieten (citado en uno de mis anteriores mensajes musicales) donde se interpretaban oratorios del caro sassone.


30.10.06

Las sinfonías de Beethoven: la Tercera


(Texto publicado originalmente en Mixobitácora el 19 de diciembre de 2005)

Ya son palabras mayores. Con su tercera sinfonía (compuesta entre 1802 y 1804, la publicó la Cámara de Artes e Industria de Viena con el número de opus 55 el año 1806 con una dedicatoria para el príncipe Lobkowitz), que todo el mundo conoce como Heroica, Beethoven puso cabeza abajo el mundo sinfónico del momento. Sus dos primeras obras en el género fueron ensayos, pruebas realizadas con el molde de Haydn y Mozart para introducirse en la forma musical que entonces reinaba en las salas de conciertos vienesas. Con la sinfonía en mi bemol mayor, rebasó todos los límites.


Comenzando con el del tiempo: ninguna obra sinfónica de Haydn o Mozart dura el mínimo de 45 minutos (en interpretaciones rapiditas) de la Heroica. Su primer movimiento comienza con dos espectaculares acordes de toda la orquesta que sin más dilación llevan al amplio primer tema. Beethoven se anticipa en este movimiento a lo que luego Bruckner haría habitualmente: a los dos tradicionales temas expuestos añade un tercero.

Viene luego una célebre marcha fúnebre en do menor, tonalidad enormemente significativa en la música de Beethoven (la misma que la de la quinta sinfonía o la obertura Coriolano), un agitado Scherzo cuyo trío incluye toques de trompa que luego se harían casi típicos en las sinfonías románticas alemanas y un finale en el que se funden la forma sonata y las variaciones tomando como base un tema que Beethoven utilizó en diversas ocasiones (en su ballet Las criaturas de Prometeo, en una de las contradanzas WoO 14 y como tema para las variaciones para piano Op. 35 que por eso se conocen erróneamente como "variaciones Heroica")

Consideraciones musicales aparte, esta obra forjó la leyenda de Beethoven como defensor de los derechos del hombre, admirador de la Revolución Francesa, propugnador de la hermandad de toda la Humanidad, etc. Leyenda, como digo. Beethoven, por muy crítico que fuese con el régimen semifeudal que durante toda su vida hubo de soportar en su Viena de adopción, siempre se adaptó a lo que había y vivió fundamentalmente de rentas y subvenciones que le otorgaron sus "amigos" (más bien patrocinadores) de la nobleza. Un librepensador "puro y duro" no se hubiese librado de la siniestra policía de Metternich...

El caso es que Beethoven quiso titular Bonaparte su tercera sinfonía. La historia es muy conocida, tal vez de las más contadas con relación al genio. Beethoven admiraba profundamente al primer cónsul Napoleón Bonaparte, admiración que se esfumó al proclamarse emperador de los franceses como Napoleón I. Beethoven tachó el nombre de su partitura y escribió el encabezamiento que ha llegado hasta nosotros: Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre, algo que enlaza con la marcha fúnebre para la muerte de un héroe de su sonata para piano nº 15, Op. 28.

También es sabido que, a pesar de esta prometaica reacción, Beethoven siguió pensando en esta obra como un tributo a Bonaparte. Cuando en 1821 el emperador derrotado murió en su exilio forzoso de Santa Elena, la frase de Beethoven fue: "ya he escrito la música apropiada para esa tragedia". Y con esa música inauguró el "siglo de la gran sinfonía".

¿Mis versiones favoritas?: Wilhelm Furtwängler/Orquesta Filarmónica de Viena (sellos diversos, 1944) y Otto Klemperer/Orquesta Philharmonia (EMI, 1959)

28.10.06

Un repaso a mis ídolos: Wilhelm Furtwängler


(Texto publicado originalmente en Mixobitácora el 7 de octubre de 2005)

¡Uf! Difícil hablar de una figura tan (artificialmente) controvertida. Para sus admiradores, tal vez el mejor director del siglo XX. Para sus detractores, un colaboracionista del régimen de Hitler. Para los historicistas ortodoxos, una bestia negra. ¿Cómo conciliar tales extremos?

Wilhelm Furtwängler nació en Berlín el 25 de enero de 1886. Era hijo de un célebre arqueólogo y recibió una exquisita educación de forma privada, en su hogar. Estudió música y su idea fue siempre la de ser compositor, algo que mantuvo a lo largo de toda su vida. Siempre se vio a sí mismo como un compositor que dirigía antes que un director que componía. El caso es que las circunstancias le llevaron a dedicarse más a la dirección orquestal. Tras un periplo por varias ciudades alemanas, en 1922 sucedió a Arthur Nikisch al frente de la Filarmónica de Berlín, puesto que desempeñó, con algunos paréntesis, hasta su muerte, acaecida en Baden-Baden el 30 de noviembre de 1954.

Su etapa más controvertida dio comienzo en 1933, cuando los nazis se hicieron con el poder en Alemania. Muchos músicos hubieron de huir por su condición de judíos (Klemperer) y otros lo hicieron por convicción (Erich Kleiber). Sin embargo, bastantes otros se quedaron e incluso colaboraron con el régimen en algunos casos (Karajan, Karl Böhm, Knappertsbusch, Richard Strauss). De este último grupo sólo se suele recordar a Furtwängler. El uso que de él hizo la propaganda nazi quizá sea la causa fundamental. Tan eficaz fue Goebbels que hasta después de la caída de los nazis se mantuvo el estigma. Furtwängler nunca más pudo dirigir en Estados Unidos, por ejemplo, donde aún hay numerosos grupos que le siguen considerando un nazi.

Yo llegué hace muy poco a conocer sus grabaciones (los prejuicios que tenía frente a las llamadas "grabaciones históricas", hoy felizmente superados, tuvieron gran parte de culpa). Concretamente en julio de 2002 pude escuchar una por primera vez y ha sido una interpretación que ha dejado huella. Se trata de su versión de la quinta sinfonía de Beethoven perteneciente al concierto dado por la Filarmónica de Berlín el 27 de mayo de 1947, concretamente el segundo que dirigió una vez terminado su proceso de desnazificación. Se ha convertido en mi grabación favorita de esa gran obra. Por encima de objetividades, subjetividades, fidelidades al texto y demás, me consigue emocionar, hacer que vea esa obra de otra manera.

Desde aquella primera grabación me he ido haciendo con bastantes más, hasta llegar a tener 146 de las 400 y pico entradas que hay en el catálogo que H. S. Olsen elaboró para la Discoteca Nacional de Dinamarca en 1970-73. Es muy difícil quedarse con unas pocas, pero si tuviera que seleccionar algunas para recomendar a mis amigos serían, por orden alfabético del compositor:

-Bartók: Concierto para violín nº 2, con Yehudi Menuhin y la Orquesta Philharmonia (EMI, 1953)-Beethoven: Pseudointegral de las sinfonías, con las orquestas Filarmónica de Viena, Filarmónica de Estocolmo y del Festival de Bayreuth (EMI, 1948-54)

-Beethoven: Sinfonía nº 3 "Heroica", Orquesta Filarmónica de Viena (1944)-Beethoven: Sinfonía nº 5, Orquesta Filarmónica de Berlín (DGG, 1947)

-Beethoven: Sinfonía nº 6 "Pastoral", Orquesta Filarmónica de Berlín (1943)

-Beethoven: Sinfonía nº 7, Orquesta Filarmónica de Berlín (1943)

-Beethoven: Sinfonía nº 9, Orquesta Philharmonia (Tahra, 1954). La célebre "novena de Lucerna"

-Beethoven: Concierto para violín, con Yehudi Menuhin y la Orquesta del Festival de Lucerna (Testament, 1947)

-Beethoven: Concierto para piano nº 5, con Edwin Fischer y la Orquesta Philharmonia (EMI, 1951)

-Beethoven: Fidelio, Mödl, Windgassen, Frick, Edelmann, Poell, Jurinac, Schock, Orquesta Filarmónica de Viena (grabación en directo, 1953)

-Brahms: Integral de las sinfonías, Orquestas Filarmónica de Viena y de Berlín (EMI, 1947-54)

-Brahms: Sinfonía nº 1, Orquesta Filarmónica de Berlín (DGG, 1952)

-Brahms: Sinfonía nº 1 (último movimiento), Orquesta Filarmónica de Viena (1945). Terrible documento, unas semanas antes de la derrota de Alemania y pocos días antes del exilio de Furtwängler a Suiza.

-Brahms: Concierto para violín, con Yehudi Menuhin y la Orquesta del Festival de Lucerna (EMI, 1947)

-Brahms: Concierto para piano nº 2, con Edwin Fischer y la Orquesta Filarmónica de Berlín (1942)

-Bruckner: Sinfonía nº 8, Orquesta Filarmónica de Viena (1944)

-Bruckner: Sinfonía nº 9, Orquesta Filarmónica de Berlín (1944)

-Mahler: Lieder eines fahrenden Gesellen, con Dietrich Fischer-Dieskau y la Orquesta Philharmonia (EMI, 1952)

-Mozart: Don Giovanni, Siepi, Grümmer, Dermota, Ernster, della Casa, Edelmann, Berry, Berger, Orquesta Filarmónica de Viena. La secuencia filmada más larga de Furt dirigiendo. DVD (DGG, 1954)

-Schubert: Sinfonía nº 7 (8) "Inacabada", Orquesta Filarmónica de Berlín (DGG, 1952)

-Schubert: Sinfonía nº 8 (9) "La grande", Orquesta Filarmónica de Berlín (DGG, 1951)

-Wagner: El anillo del nibelungo, Frantz, Mattiello, Treptow, Sattler, Weber, Emmerich, Pernestorfer, Markwort, Höngen, Wegener, Weth-Falke, Gabory, Kenney, Wagner, Konetzni, Flagstad, Steingruber, Crkall, Schmedes, Batic, Svanholm, Markwort, Herrmann, Moor, Lorentz, Coro y Orquesta del teatro Alla Scala de Milán (1950)

-Wagner: El anillo del nibelungo, Frantz, Poell, Fehenberger, Windgassen, Malaniuk, Grümmer, Siewert, Neidlinger, Patzak, Greindl, Frick, Jurinac, Gabory, Rössl-Majdan, Konetzni, Mödl, Cavelti, Hellwig, Scheyrer, Schmedes, Bennings, Suthaus, Pernestorfer, Streich, Coro y Orquesta de la RAI de Roma (EMI, 1953)

-Wagner: Fragmentos de La valquiria y El ocaso de los dioses, Flagstad, Müller, Stenning, Graven, Bardsley, Seymour, Coates, Arden, Garside, Ripley, Bockelmann, Nezadal, Thorborg, Melchior, Janssen, Weber, Orquesta Filarmónica de Londres (1937)

-Wagner: La Valquiria, Mödl, Rysanek, Frantz, Suthaus, Klose, Frick, Schreyer, Hellwig, Schmedes, Siewert, Köth, Töpper, Blatter, Hermann, Orquesta Filarmónica de Viena. La última grabación de Furt (EMI, 1954)

-Wagner: Tristán e Isolda, Suthaus, Flagstad, Thebom, Greindl, Fischer-Dieskau, Schock, Evans, Davies, Orquesta Philharmonia (EMI, 1952)

-Weber: El cazador furtivo, Poell, Czerwenka, Grümmer, Streich, Böhme, Hopf, Edelmann, Dönch, Orquesta Filarmónica de Viena (EMI, 1954)-Wolf: 22 lieder, con Elisabeth Schwarzkopf. Magnífico testimonio del Furt pianista (EMI, 1953)

27.10.06

Del 10 al 1: Schumann


(Textos publicados originalmente en Mixobitácora el 27 de julio y el 27 de septiembre de 2005)

Como en los 40 principales: del 10 al 1. Voy a repasar los diez compositores de los que poseo más obras en mi fonoteca. El tener un número considerable de obras, sin embargo, no significa que la muestra sea muy representativa de la producción de ese compositor: tener 184 obras de Bach cuando en su catálogo hay casi 1.200 es menos que tener casi todas las obras de Mahler o de Webern. Pero bueno, algún criterio había que utilizar...

Tampoco se trata de dar datos biográficos o comentar las obras: para eso están las obras de referencia y, además, mis conocimientos poco podrían aportar. La idea es dar mis impresiones sobre los diferentes autores.

En el puesto décimo en mi fonoteca figura Robert Schumann, con 91 obras. Llegué a conocer su música relativamente tarde: no tengo ningún disco de la era del vinilio, que para mí concluyó en 1989, a pesar de la celebridad de algunas de sus obras. Mi primer álbum de Schumann contenía -y contiene- sus sinfonías, dirigidas por Wolfgang Sawallisch. Es una buena y curiosa grabación, en la que siempre me ha asombrado el poderoso sonido de la percusión.

Schumann es el paradigma del artista romántico. Enamorado de una brillante mujer bastante más joven que él, se casó con ella contra los designios de su padre. Fundador de revistas musicales, protector de jóvenes compositores (el más insigne de ellos, Brahms)... Apasionado autor de piezas para piano, de cámara, sinfónicas, corales... Había nacido en Zwickau el 8 de junio de 1810 y casi se puede decir que su vida acabó el 27 de febrero de 1854, cuando se intentó suicidar. Fue recluido en un manicomio de Endenich, ciudad cercana a Bonn y se negó a creer que aquella silueta correspondía a la ciudad natal del sordo genial, pues era incapaz de ver la estatua de Beethoven. Allí murió el 29 de julio de 1856.

Me resultaría muy complicado elegir una obra favorita de Schumann, aunque sí puedo decir que las que más escucho son la sinfonía Renana, que siempre señalo como la obra de un hombre enteramente feliz, con ese exultante comienzo y la impresionante descripción de la catedral de Colonia que encierra, y las deliciosas Escenas de niños, para piano, en los dedos de uno de los mayores especialistas en el romanticismo alemán, Wilhelm Kempff.

Mención aparte merecen las canciones, más de dos centenares, la mayoría de las cuales fueron compuestas en el febril año 1840. Schumann, con Schubert, Brahms y Wolf forma parte de los cuatro pilares en los que se asienta el repertorio de lied germánico.

En conclusión, un autor favorito de mi etapa musical predilecta: el Romanticismo.

26.10.06

Las sinfonías de Beethoven: la Segunda


(Texto publicado originalmente en Mixobitácora el 11 de septiembre de 2005)

La Segunda es otra de las sinfonías poco escuchadas. Otra obra, como la Primera, muy influida por los modelos anteriores, escrita en un festivo re mayor que encubre el hecho de que es coetánea del llamado Testamento de Heiligenstadt: la peor crisis vital del autor. Beethoven, ante el agravamiento de su sordera, el peor mal que podía afectar a un músico, llegó a pensar en el suicidio.

Se estrenó el 5 de abril de 1803, en una velada en la que Beethoven presentó también su Tercer concierto para piano y el oratorio Christus am Oelberge. El año siguiente fue publicada con el número de opus 36 por la Cámara de Artes e Industria de Viena, con una dedicatoria a uno de los habituales mecenas de Beethoven, el príncipe Karl von Lichnowsky, cuyo retrato encabeza este texto y que fue protagonista de una anécdota relacionada con el estreno de la obra. Según Jean y Brigitte Massin, cuenta Ferdinand Ries que los músicos, tras casi seis horas de ensayos, estaban un poco hartos, así que el príncipe mandó traer vino y viandas frías y tutti contenti. La obra en principio tuvo buenas críticas en la influyente Allgemeine musikalische Zeitung, pero cuando en 1824 se presentó en Leipzig las críticas de la misma revista fueron feroces. Tampoco fue bien comprendida en París, donde fue escuchada por primera vez en 1821: el segundo movimiento no pareció aceptable, así que se sustituyó por el Allegretto de la Séptima Sinfonía, del que se exigió el da capo...

Yo la escucho poco (mal hecho); es una de las sinfonías en las que me gusta dar opción a los historicistas, entre los cuales me quedo con Harnoncourt (Teldec), a pesar de que su versión sea sólo medio historicista. Toscanini o Klemperer también me agradan mucho. Quizá habría que prestar más atención a esta despedida del siglo XVIII que hizo Beethoven antes de lanzarse a la aventura sinfónica de la Heroica. Una despedida que fue más bien un "hasta luego", pues años después Beethoven retornó al modelo, al menos en parte, en su Octava.

25.10.06

Un repaso a mis ídolos: Wolfgang Windgassen

(Texto publicado originalmente en Mixobitácora el 3 de agosto de 2005)

Entrado el otoño de 1990 yo estaba cumpliendo con el ya olvidado servicio militar; no tenía oficio ni beneficio y la paga de cabo camillero daba para poco, por lo cual hube de hacer grandes sacrificios para reunir las 22.450 pesetas (134,93 €) que me costó el Anillo grabado en los festivales de Bayreuth de 1966 y 1967, con Karl Böhm en el foso. Me llamaron la atención muchas cosas de esa colosal caja de 14 discos, que contenía casi 16 horas de una música extraordinaria, difícil, absorbente. Una de ellas fue quien ponía voz a los personajes de Loge y los dos Sigfridos, un cantante que se hizo tan imprescindible en la verde colina que Wieland Wagner llegó a decir en una ocasión que si le ocurría algo debería colgar un cartel que dijera: "Festspielhaus cerrada. No hay tenor".

Wolfgang Windgassen nació en la localidad de Annamasse, en la Saboya francesa, el 26 de junio de 1914. Era hijo de un heldentenor, Fritz Windgassen, de quien recibió sus primeras lecciones. Como otros grandes tenores heroicos wagnerianos (Lauritz Melchior, por ejemplo), primero fue barítono, pero tras su primera aparición en 1939 sólo hubo que esperar dos años para que asumiera su primer papel de tenor, el Álvaro verdiano. Desde 1945 hasta 1972 perteneció a la ópera estatal de Württemberg, en Stuttgart, y tras la reapertura de Bayreuth, en 1951, se convirtió en invitado imprescindible de todos los festivales wagnerianos, en los que cantó todos (o casi) los papeles de tenor: Erik, Lohengrin, Tannhäuser, Loge, Siegmund, los dos Siegfried, Parsifal... Desde 1970 se dedicó más a la dirección escénica que al canto. Murió prematuramente, en Stuttgart, de un ataque al corazón, el 8 de septiembre de 1974.

Lo que me gusta de Windgassen es cómo "actúa" con la voz. Curiosamente de él siempre se dice que su técnica no era inmaculada y casi siempre en sus grabaciones no "está en su mejor momento" (sobre todo en las de 1960 en adelante, donde hay mitos como su Tannhäuser de 1963 o, sobre todo, su Tristan de 1966), sin embargo a mí no hay otro cantante que me haga más sentir lo que oigo que él. A pesar de ese pronto contacto con él, no ha sido hasta que muchos años después incrementé mi fonoteca wagneriana cuando he recopilado bastantes de sus grabaciones: todas me encantan (sólo desconozco su forma de cantar Walther). Fuera de Wagner, sólo conozco su Fidelio vienés de octubre de 1953 con Furtwängler (las dos grabaciones, la que se hizo en vivo en el Theather-an-der-Wien y la de estudio de pocos días después) y, la verdad, digan lo que digan los críticos, me gusta más que un Patzak o que un Vickers. En fin, raro que es uno...


24.10.06

Raros y rarezas: Max Reger

Pido prestada la idea del célebre programa de Radio Clásica para hablar de compositores de esos que sólo parecen gustarme a mí, compositores que cuando son mencionados bien resultan indiferentes al aficionado medio o bien aburren con su música (cosa que a mí no me ocurre). En esta lista podría incluir a Max Reger (mi “raro” favorito, con lo cual es lógico que “abra el fuego” con él), Ottorino Respighi, Bohuslav Martinů, Ernest Chausson, Alexander von Zemlinsky, George Enescu o Heinrich Ignaz Franz von Biber. Pero también rarezas, obras casi desconocidas de compositores más “aceptados”: el piano o los lieder de Sibelius, los cuartetos de Nielsen, la única ópera de Schumann, etc.

Como digo, comienzo con Max Reger, compositor nacido en la localidad de Brand, en el Alto Palatinado, el 19 de septiembre de 1873 y fallecido en Leipzig el 11 de mayo de 1916. Resumo la información que sobre él se puede leer en AllMusic: sus primeros maestros fueron sus padres, que le enseñaron a teclear en el órgano y el piano; en 1884 empezó a estudiar con el organista Adalbert Lindner. A los 14 años asistió a una serie de representaciones en Bayreuth que le causaron una profunda fascinación: se dice de él que sus primeras influencias fueron Bach y Wagner. En 1890 empezó sus estudios con Hugo Riemann, en Wiesbaden.

El servicio militar supuso para él una experiencia devastadora y fue el origen de la dipsomanía que le afectó el resto de su vida y muy probablemente le llevó a la muerte. Tras recuperarse, inició una brillante carrera como pianista y director de orquesta. En 1901 se estableció en Múnich, donde se casó, al año siguiente, con Elsa von Bercken. En 1907, a causa de la hostilidad que sentía en la capital bávara, aceptó un puesto de profesor universitario en Leipzig, donde entre sus alumnos tuvo nada menos que a Georg Szell. En 1911 se le nombró director de la orquesta de la corte ducal de Meiningen; compatibilizó este puesto con su carrera de pianista y su actividad como compositor. Tanto trabajo le llevó a sufrir un primer ataque en febrero de 1914, que finalmente le obligó a abandonar su puesto en Meiningen. En marzo de 1915 se trasladó a Jena, ciudad que le debió de influir en gran medida, pues el propio compositor declaró que las obras creadas allí tenían un carácter peculiar que llamó su “estilo Jena”. No dejó en ningún momento de realizar giras de conciertos y en una de ellas le encontró la muerte, de un fulminante ataque al corazón.

Yo leí sobre Reger antes de conocer su música. Se hablaba de un genial cultivador del más estricto contrapunto y de las formas musicales más abstractas (música de cámara, variaciones) en una época de grandes masas orquestales y música con programa. Reger, que fue extraordinariamente prolífico, compuso muchísima música de cámara y tardó bastante en abordar la orquesta; su “Sinfonietta” Op. 90 fue el primer intento importante, pero ya en 1904-05. También fue un gran creador para el órgano; muchos intérpretes contemporáneos recibieron con gran agrado esta producción, que para muchos fue la de mayor calidad desde Bach.

Las primeras obras que escuché de Reger fueron sus Variaciones y fuga sobre un tema de Beethoven Op. 86, los Cuatro poemas sinfónicos sobre pinturas de Arnold Böcklin Op. 128 (uno de estos poemas se inspira en el mismo cuadro que la célebre Isla de los muertos Op. 29 de Rajmáninov) y la Suite de ballet Op. 130. Quedé admirado por ese lenguaje fronterizo, de rico cromatismo, a veces casi alucinado (¿la dipsomanía?). Pero de la misma manera me produjo gran admiración su música de cámara, que, por contra, es de un intimismo y, en ocasiones, de una sutileza increíbles: sus cuartetos (para mí, una pasarela entre Brahms y Schoenberg), su quinteto con clarinete, sus suites para violonchelo solo (otro de sus tributos a su admiradísimo Bach), sus obras para violín y piano o violonchelo o piano... En todas estas obras siempre se puede encontrar algo nuevo, algo que admirar...

En conclusión: un compositor injustamente olvidado, que parece ser que sólo se escucha, y poco, en Alemania. Misterio...

20.10.06

Las sinfonías de Beethoven: la Primera


(Texto publicado originalmente en Mixobitácora el 19 de julio de 2005)

Beethoven dio a conocer su primera sinfonía con casi 30 años de edad y numerosas obras en su haber; no es de extrañar la espera si se tienen los precedentes de Mozart y Haydn: es lógico que un compositor vienés (de adopción) posterior a esos monstruos se lo pensara antes de abordar el género. Sin embargo, parece ser que unos años antes (1795-96) Beethoven estuvo trabajando en una sinfonía en do menor pero el proyecto finalmente se quedó en esbozo, si bien parte del material fue reutilizado en el cuarto movimiento de la Primera.

La obra posiblemente fue terminada a lo largo de 1799 ó principios de 1800. Se estrenó el 2 de abril de 1800 en el National Hoftheater vienés, en un concierto que incluyó, además de otras obras de Beethoven, piezas de Mozart y Haydn y también una improvisación de Beethoven (algo en lo que era un consumado genio).

El editor Hofmeister, de Leipzig, publicó la obra a finales de 1801, con el número de opus 21 (dado por Beethoven). Si bien primero el dedicatario fue el elector Max-Franz, finalmente el agraciado (por fallecimiento del anterior), fue un colega mío, el bibliotecario real y mecenas musical Gottfried van Swieten (cuyo retrato encabeza este mensaje).

La obra, si bien muestra claras influencias de Haydn y no se sale "demasiado" de su estilo, no fue bien comprendida por la crítica, que en algún caso fue hasta feroz con ella, especialmente en Francia, donde Beethoven tardó muchísimo en ser comprendido y admirado. Todos los comentaristas destacan dos aspectos de esta obra: su comienzo disonante (un acorde de séptima), que debió hacer daño a más de un tímpano y el que se volviera a utilizar una introducción adagio en el último movimiento. Berlioz llamó "niñería musical" a este cuarto fragmento, si bien tuvo en gran estima al scherzo precedente, al que llamó el primero de esa gran familia de "queridos scherzi" beethovenianos.

Yo he de confesar que no es de las sinfonías que más escuche, sólo lo hago cuando me da la neura y me empapo el ciclo completo. Sin embargo, es una obra enormemente agradable de escuchar, en cualquiera de sus movimientos (no quisiera olvidar el "casi galante" movimiento lento). Muchas veces se ha considerado esta obra, junto con la Segunda, una "hija inocente" de Beethoven, un mero ensayo antes de encontrar un lenguaje propio. No creo que sea así. Los intérpretes historicistas se han dado cuenta de ello y en esta obra es donde suelen encontrar uno de sus grandes aciertos. Toscanini también la bordaba (quizá mi versión favorita sea la de D. Arturo con su orquesta de la NBC).

18.10.06

Un repaso a mis ídolos: Christa Ludwig


(Texto publicado originalmente en Mixobitácora el 13 de julio de 2005)

Empiezo aquí un repaso a quienes han sido mis ídolos musicales casi desde el comienzo de mi afición a la música. Y nadie mejor para ello que Christa Ludwig, una gran mezzosoprano alemana, protagonista de muchos de aquellos primeros discos de vinilo que me compraban mis padres (tras dura y casi inaguantable insistencia por mi parte) hace ya demasiados años.Creo que fue la grabación de la Missa Solemnis por Karajan la primera en la que pude escuchar a Christa Ludwig. Me sorprendió su voz llena de personalidad. Yo no entiendo nada de cantantes y soy incapaz de escribir esa retahila de palabras en italiano que utilizan los verdaderamente iniciados en el arte canoro para calificar la técnica, la emisión y otras características de las voces. Pero sí que sé que en muchas ocasiones las voces de los cantantes parecen fabricadas en serie. En mi caso, sólo muy pocas veces puedo distinguir perfectamente la voz de un cantante determinado. Y una de esos casos es el de Dª Christa.

Recurro al Grove para dar unos mínimos datos biográficos. Nació en Berlín el 16 de marzo de 1928; es hija de cantantes. Estudió con su madre y debutó en Frankfurt en 1946. Desde 1955 fue fija en la Ópera de Viena y en el Metropolitan de Nueva York actuó de forma habitual entre 1959 y 1990. Mas tardía (1968) fue su aparición en el londinense Covent Garden. Se dejó ver poco por Bayreuth, pero sus actuaciones allí fueron memorables, especialmente la Brangäne del mítico Tristan de Karl Böhm.

Su repertorio fue especialmente amplio, de Monteverdi a la contemporaneidad. Recuerdo haberla escuchado en la radio, como narradora, en la grabación histórica (creo que de 1953) de un estreno de Luigi Nono... Colaboró con grandes directores y realizó algunas grabaciones que hoy se antojan imprescindibles: Fue Octavian en El caballero de la Rosa con Karajan (EMI, 1956), Brangäne en el ya mencionado Tristan de Bayreuth (DGG, 1966), Kundry en el primer Parsifal grabado en estudio (dirigido por Georg Solti, Decca, 1971), tuvo varios papeles en el mítico Anillo de Solti (Decca, 1958-65), etc. También fue una excelente cantante de lieder y participó en algunas grabaciones míticas de obras de Mahler, como la Canción de la Tierra bajo la batuta de Klemperer (EMI, 1964-66) o una conmovedora 2ª sinfonía con Bernstein, ya casi al final de su carrera (DGG, 1987). Un espacio también para el cotilleo: entre 1957 y 1971 estuvo casada con el barítono Walter Berry (1929-2000), otro de los nombres que más leía cuando empezaba con mi carrera de aficionadillo...

16.10.06

Jubilación forense


No, no es que el doctor Robbins de Las Vegas o la doctora Woods de Miami se hayan retirado, es que un servidor va a cumplir con algo que desea desde hace mucho: jubilarse de los foros de música clásica que tantas alegrías y tantos disgustos le han dado.

La verdad, últimamente sólo participaba en dos, los que tengo enlazados en esta bitácora (y ahí van a seguir), pero ya no me encuentro bien en ellos. En uno, porque escribo más de política que de música (y si hay algo de lo que sé menos que de música es de política) y en otro porque algunos contertulios por los que siento un particular aprecio han hecho cosas que no me gustan nada para "seleccionar" la gente con la que hablar. Por un lado, no deseo tener conversaciones políticas y por otro me aburro de leer largos hilos, plagados de crípticas alusiones que sólo entienden dos o tres, que muy bien podrían haber tenido lugar en el Messenger.

Por tanto, en el caso (improbable) de que alguien quisiera leer mis divagaciones y delirios musicales, éste será el sitio a partir de ahora. Diré además que voy a romper con esa moda de convertir la bitácora en una especie de centro de descarga musical gratuita. Durante un tiempo lo hice, confieso avergonzado, con la esperanza de obtener más "clientela". Hoy estimo que es mejor no ser leído a hacer cosas que a uno no le gustan. (No obstante, si mis amigos quieren algo, no tienen más que pedírmelo, pero en privado). ¡Ah! Y que conste que con esto no pretendo criticar a quien lo hace, cada cual es muy libre de utilizar este espacio como más le plazca.

En fin, que tampoco me voy a quedar ocioso. Poco a poco voy a trasladar aquí los textos que primitivamente publiqué en Mixobitácora y cuando termine, seguiré con lo que había empezado. Espero que a alguien le sirva.