(Textos publicados originalmente en Mixobitácora el 27 de julio y el 27 de septiembre de 2005)
Como en los 40 principales: del 10 al 1. Voy a repasar los diez compositores de los que poseo más obras en mi fonoteca. El tener un número considerable de obras, sin embargo, no significa que la muestra sea muy representativa de la producción de ese compositor: tener 184 obras de Bach cuando en su catálogo hay casi 1.200 es menos que tener casi todas las obras de Mahler o de Webern. Pero bueno, algún criterio había que utilizar...
Tampoco se trata de dar datos biográficos o comentar las obras: para eso están las obras de referencia y, además, mis conocimientos poco podrían aportar. La idea es dar mis impresiones sobre los diferentes autores.
En el puesto décimo en mi fonoteca figura Robert Schumann, con 91 obras. Llegué a conocer su música relativamente tarde: no tengo ningún disco de la era del vinilio, que para mí concluyó en 1989, a pesar de la celebridad de algunas de sus obras. Mi primer álbum de Schumann contenía -y contiene- sus sinfonías, dirigidas por Wolfgang Sawallisch. Es una buena y curiosa grabación, en la que siempre me ha asombrado el poderoso sonido de la percusión.
Schumann es el paradigma del artista romántico. Enamorado de una brillante mujer bastante más joven que él, se casó con ella contra los designios de su padre. Fundador de revistas musicales, protector de jóvenes compositores (el más insigne de ellos, Brahms)... Apasionado autor de piezas para piano, de cámara, sinfónicas, corales... Había nacido en Zwickau el 8 de junio de 1810 y casi se puede decir que su vida acabó el 27 de febrero de 1854, cuando se intentó suicidar. Fue recluido en un manicomio de Endenich, ciudad cercana a Bonn y se negó a creer que aquella silueta correspondía a la ciudad natal del sordo genial, pues era incapaz de ver la estatua de Beethoven. Allí murió el 29 de julio de 1856.
Me resultaría muy complicado elegir una obra favorita de Schumann, aunque sí puedo decir que las que más escucho son la sinfonía Renana, que siempre señalo como la obra de un hombre enteramente feliz, con ese exultante comienzo y la impresionante descripción de la catedral de Colonia que encierra, y las deliciosas Escenas de niños, para piano, en los dedos de uno de los mayores especialistas en el romanticismo alemán, Wilhelm Kempff.
Mención aparte merecen las canciones, más de dos centenares, la mayoría de las cuales fueron compuestas en el febril año 1840. Schumann, con Schubert, Brahms y Wolf forma parte de los cuatro pilares en los que se asienta el repertorio de lied germánico.
En conclusión, un autor favorito de mi etapa musical predilecta: el Romanticismo.
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