21.12.20

Beethoven, un negociante no siempre muy honrado (Missa solemnis Op.123)

 

Hoja manuscrita de la Missa solemnis

Beethoven, un negociante no siempre muy honrado

La diferencia entre una biografía y una hagiografía es que en la primera se cuenta todo lo relacionado con el personaje, sea bueno o malo. Lejos de mi intención considerar la Vida de Ludwig van Beethoven como una biografía (ya lo explico en el prólogo), pero menos aún es una hagiografía. Un ejemplo es la siguiente descripción de los tejemanejes que se trajo el compositor para la publicación de una de sus obras más grandiosas, la Missa solemnis (está en las páginas 275-277 del libro):

Con la Misa cerca de su finalización (si bien los numerosos retoques se prolongarían hasta bien entrado 1823) y consciente de la magnitud de su trabajo, Beethoven se propuso obtener un buen beneficio de una obra tan colosal y no siempre lo hizo con demasiada honradez. Ya hemos visto que se la ofreció a Simrock por 125 luises de oro y parecía dispuesto a vendérsela, pero en una carta a Adolf Martin Schlesinger el 13 de noviembre de 1821 se la ofrece a este editor, aclarando que se trata de una de sus obras más grandes y pidiendo por ella 100 luises de oro, lo que equivalía a 200 ducados de oro o 900 florines. Schlesinger le contestó que sí, pero que en la tarifa pedida por Beethoven se incluirían tanto el arreglo para piano de la partitura como las tareas de copiado. Beethoven replicó que él se haría responsable del arreglo y el copiado, pero habría que añadir 100 ducados más a los 200 que había pedido. 

En junio del año siguiente, Beethoven, contestando a una petición del editor de Leipzig Carl Friedrich Peters (continuador desde 1814 de la empresa Hoffmeister & Kühnel, que ya había publicado en los primeros años del siglo varias obras de Beethoven), de nuevo ofreció la Misa, entre otras obras, pidiendo otra vez 100 luises de oro e informándolo de que «por esta obra estoy pidiendo al menos 1.000 florines C. M.» y que por esa suma él mismo suministraría el arreglo para piano. En esta misma carta se alude a una edición de las obras completas del compositor, que de nuevo se mostró entusiasmado: 
Pero lo que tengo presente más que nada es la publicación de mis obras completas, ya que me gustaría arreglarlas en vida. De hecho he recibido varias ofertas sobre esto. Pero hubo objeciones que encontré difíciles de solventar y condiciones que no podía ni quería aceptar. Me encargaría de tener todo el material listo en dos años o incluso, si es posible, en un año o 18 meses, es decir, a condición de que tuviese la ayuda necesaria; yo mismo prepararía la edición completa y, por ejemplo, para las variaciones un nuevo conjunto de variaciones, para las sonatas una nueva sonata y así, v. g., por cada categoría en las que he compuesto alguna obra compondría una nueva, y por toda la empresa, todo incluido, pediría 10.000 florines C. M. 
Volviendo a la Misa, el 26 de junio Beethoven aceptó vendérsela a Peters por los 1.000 florines acordados y le prometió una copia «cuidadosamente elaborada» a finales de julio. En la misma carta hay un pasaje muy interesante: 
Bajo ningún concepto conseguirá nunca Schlesinger nada más de mí, ya que también me ha hecho una jugarreta judía. En cualquier caso no es uno de los editores que podría tener la Misa. De momento, sin embargo, la competencia por hacerse con mis obras es muy grande y por ello doy gracias al Todopoderoso. Además, soy el padre adoptivo del hijo indigente de mi difunto hermano. Como este muchacho de quince años muestra tanta aptitud para el conocimiento general, no solo su adquisición de conocimientos y su manutención cuestan ahora bastante dinero, sino que también se ha de proveer su futuro, ya que no somos ni indios ni iroqueses que, como todo el mundo sabe, dejan todo a Dios nuestro Señor y porque una existencia mísera siempre es triste. 
Además insiste en que estos tratos se mantengan en secreto. Peters incluso llegó a enviar a Beethoven 360 florines C. M. por anticipado por todas las obras que se le habían solicitado, suma que al final tuvo que devolver el compositor en noviembre de 1825. 

Sin embargo, el 22 de agosto ofreció la Misa a Artaria por el mismo precio de 1.000 florines C. M. y, de nuevo volvió a proponer una copia «cuidadosamente elaborada» a Simrock el 13 de septiembre. A vez iba dando largas a Peters y para rematar aún más la cosa, le escribió el 22 de noviembre diciéndole que no solo tenía una, sino dos misas, una de las cuales aún no estaba completa. Todavía habría una oferta de otro editor, Diabelli, en marzo de 1823, de la que hablaremos más adelante, pero entonces Beethoven se había embarcado en un disparatado proyecto que le traería grandes dolores de cabeza y del que trataremos en su momento: el envío de ejemplares manuscritos de la Misa por suscripción a las cortes europeas que lo solicitasen antes de su publicación. Y, como también veremos, el editor que por fin publicó la Misa no fue ninguno de los nombrados hasta ahora, sino Schott, de Maguncia.

Vamos, el lío padre... En fin, os dejo aquí una estupenda versión de esta, una de las obras más importantes de Beethoven, una misa que es más bien una sinfonía coral pareja a la Novena:


(Es muy probable que esta sea la última entrada de 2020. Seguiré en las primeras semanas de 2021 hablando de Beethoven. La maldita pandemia alteró el ritmo de este blog y esa prolongación en el tiempo no será más que un mecanismo de compensación. Y aquí lo dejo. Sed felices.)

17.12.20

¡Felices 250, don Ludwig!

 

La casa natal de Beethoven, en Bonn
(Foto CC BY-SA Thomas Wolf)

Sí, sí, ya sé que todo el mundo conmemoró ayer los 250 años del nacimiento de Beethoven. Pero yo, para esto, soy de la "estricta observancia" y, dado que no hay certeza sobre la fecha del alumbramiento, prefiero celebrarlo hoy, 17 de diciembre, cuando sabemos con seguridad que fue bautizado. Para no perder la costumbre, he aquí un fragmentillo de mi Vida de Ludwig van Beethoven (pp. 3-4):

Beethoven nació en el segundo piso de la vivienda en la que en ese momento moraba el matrimonio, la llamada casa Graus, en el número 515 de la Bonngasse, donde actualmente se halla la Beethovenhaus. No se sabe la fecha exacta del nacimiento; sí del bautizo, que tuvo lugar en la parroquia de San Remigio el 17 de diciembre de 1770. Figuran como padrinos el abuelo Ludwig y Gertrud Müllers dicta Baums, la esposa del vecino de al lado, Johann Baum, que trabajaba en la bodega del elector. 

Poco tiempo duró allí la familia; en la época del bautizo de Kaspar Karl (abril de 1774) estaban viviendo en una casa más grande de la Dreieckplatz, que pertenecía a la parroquia de St. Gangolph, donde está registrado el evento. Es muy posible que este traslado se relacionase con las pretensiones de Johann de mejorar su puesto en la orquesta electoral; dado que este deseo no se cumplió, desde allí se mudaron a un alojamiento más modesto en la casa Fischer, situada en el número 934 de la Rheingasse, donde vivieron hasta 1787 salvo dos breves etapas en la Neugasse y la Wenzelgasse en 1776 y 1785, respectivamente. 

Esta casa, como indica su nombre, pertenecía desde hacía varias generaciones a la familia Fischer; allí nacieron los hermanos Cäcilia (1762-1845) y Gottfried (1780-1864), que al cabo de varias décadas, hacia 1838, escribieron una crónica de la vida de la familia Beethoven allí, basada sobre todo en los recuerdos de la hermana mayor. Años después de la muerte de Cäcilia, Gottfried completó el manuscrito, que intentó publicar sin éxito y acabó donando al archivo de la ciudad de Bonn. Hasta 1971 no se encargó Joseph Schmidt-Görg de que se publicase. Es probable que el impulso para emprender tal obra fuese, por una parte, la reciente aparición (en enero de 1838) de las Biographische Notizen de Wegeler y Ries y también la polémica, que entonces estaba en uno de sus puntos culminantes, a cuenta de cuál fue la casa natal del compositor, si la Fischer o la Graus. La finca, que Gottfried Fischer vendió en la década de 1850, está hoy en día reconstruida, ya que fue arrasada por un bombardeo durante la segunda guerra mundial.

Cuesta elegir una obra de Beethoven para felicitarlo en su cumpleaños... Tras mucho cavilar, me he decidido por uno de sus extraordinarios cuartetos de la etapa final, el Op. 131 en do sostenido menor, en una gran interpretación. Otra vez felicidades, D. Ludwig...


14.12.20

Beethoven y su sobrino III: El fin del pleito (Sonata para piano nº 30 en mi mayor Op. 109)

 

Retrato de Beethoven por J. K. Stieler (1820)

Beethoven y su sobrino III: El fin del pleito

Llegamos al final de uno de los capítulos más tormentosos de la vida del compositor: el pleito por la tutela de Karl, su sobrino. Así os lo cuento en la Vida de Ludwig van Beethoven (pp. 266-268):

Dejamos a Beethoven momentáneamente derrotado en su pleito, con la tutela otra vez en manos de Johanna y Nussböck. Como es lógico, el compositor protestó varias veces ante el tribunal por esta decisión, pero estos recursos fueron rechazados al menos en dos ocasiones, el 4 de noviembre y el 20 de diciembre de 1819. Su propósito de tener a su sobrino con él siguiendo una existencia más ordenada y hogareña incluso le impulsó a intentar, infructuosamente, comprar una casa, en octubre. En cualquier caso, y visto que ante el Magistrat aparentemente tenía todas las de perder, Beethoven se dirigió al Tribunal de Apelaciones. Para ello requirió los servicios del eminente abogado Johann Baptist Bach, que fue quien trasladó el caso al nuevo tribunal el 7 de enero de 1820. Acto seguido, Beethoven escribió un larguísimo borrador de un memorando para el Tribunal de Apelaciones en el que daba información sobre su cuñada, sobre lo que había decidido el Magistrat acerca de su sobrino, sobre la educación de Karl, sobre lo que había hecho por él y sobre las propiedades que le correspondían. No hay pruebas de que lo llegase a presentar o siquiera a retocar, aunque es probable que se lo entregase a Bach para que este preparase el caso. 

Sea como fuere, el tribunal se pronunció a favor de Beethoven el 20 de abril, nombrándolo tutor junto con Karl Peters, que había ejercido esa misma tarea con los hijos de la casa Lobkowitz. Beethoven tenía en alta estima a Peters y ya en el primer escrito que presentó al Tribunal de Apelaciones decía:
He pedido un cotutor y he propuesto a Herr Peters, consejero legal del príncipe Lobkowitz, para que de inmediato se pusiera a cargo de la educación y guía de mi sobrino un hombre que por su conocimiento y su carácter moral disfrutase del respeto de todos y cuya ayuda me proveyese a mí y a todo aquel que tenga en el corazón el bienestar de este niño la consoladora seguridad de que el niño podrá, y sin duda así será, recibir la educación y la preparación dignas de su talento. 
La reacción de Beethoven ante esta decisión muy bien se puede deducir de esta breve carta que envió a Karl Pinterics, secretario privado del príncipe Pálffy: 
¡Querido Herr von Pinterics!
Le informo de que el Tribunal Supremo de Apelaciones ha dado instrucciones al Senado Civil para que me dé a conocer su decisión, que me satisface plenamente – El Dr. Bach actuó en mi nombre en este asunto, y este arroyo se unió al mar entre truenos, rayos y tempestades. Así que el bergantín del Magistrat tuvo que sufrir allí un naufragio completo –
                                                                                Su muy leal
                                                                                                        Beethoven 
El último recurso de Johanna era apelar directamente al Emperador; así lo hizo y su petición fue rechazada el 24 de julio. El pleito había acabado, pero ¿a qué precio? Beethoven había pasado los años más estériles de su carrera creadora, aunque estaba saliendo ya de ellos para entrar en un terreno donde compondría obras sin precedentes. El chico había sido utilizado como arma arrojadiza, casi sin piedad, por las partes enfrentadas y eso tendría en él un efecto terrible, que, unido a la extravagante conducta de su tío hacia él, lo llevaría a intentar suicidarse unos años después. Había acabado el pleito, sí, pero el coste fue muy alto.

Una prueba de que estaba saliendo de los años más estériles de su carrera es la pieza que os traigo como ilustración musical. Justo en la época en la que se estaba resolviendo el pleito a su favor, recibió Beethoven el encargo, por parte del editor Adolf Martin Schlesinger, de componer unas sonatas para piano. El resultado fueron las tres últimas (las Opp. 109-111), escritas entre 1820 y 1822. Aquí tenéis la primera de ellas, en unas manos inmejorables: