25.2.19

Berlioz: "Les nuits d'été"

Se dice que el medio natural de Berlioz era la gran orquesta. En efecto, muy pocas obras se cuentan en su catálogo que no la tengan como protagonista. Y la segunda estrella principal es la voz humana. Ya hemos hablado de sus óperas y de otras obras más difíciles de clasificar en la que el canto desempeña un papel fundamental. Berlioz compuso, asimismo, numerosas canciones; de ellas, acaso las más célebres sean estas Nuits d'été, sobre textos de Théophile Gautier, que en principio escribió para piano y voz (en 1841) y orquestó quince años después. Os las dejo en una de las voces que mejor las ha cantado, la de Janet Baker y concluyo así este pequeño homenaje a Berlioz en el sesquicentenario de su muerte.

18.2.19

Berlioz: "Harold en Italie"

En entradas anteriores mencioné la enorme admiración que profesaba Nicolò Paganini por nuestro compositor; tanta como para exclamar algo así como "Beethoven murió para revivir en Berlioz" cuando escuchó la Sinfonía fantástica. Una de las consecuencias de ello fue el encargo de la obra que hoy os traigo, "Harold en Italia", compuesta en el verano de 1834. Basada laxamente en el Childe Harold de Lord Byron, es en realidad un grupo de reminiscencias de la estancia de Berlioz en Italia, escritas en forma de sinfonía en cuatro movimientos con una viola principal solista. El gran violinista italiano había pensado lucirse con su nueva viola Stradivarius, pero al ver la poca relevancia que dio Berlioz al instrumento se decepcionó de tal modo que jamás interpretó la partitura. Él se lo perdió. La versión que os pongo aquí es una garantía total, con uno de los directores que más abogó por la música de Berlioz y uno de los violinistas más importantes del siglo pasado.




11.2.19

Berlioz: Obertura de "Les troyens"

En la primera mitad del siglo XIX, el éxito verdadero no le llegaba a un compositor si no triunfaba en el mayor espectáculo de la época, la ópera. Berlioz también lo intentó a lo largo de toda su vida, con éxito desigual. Llegó a completar cinco óperas: la primera de ellas, Estelle et Némorin, una obra de juventud, no se conserva y de la segunda, Les francs-juges, solo nos han llegado la obertura y algunos números; Benvenuto Cellini está basada en la vida del famoso orfebre florentino del siglo XVI, Béatrice et Benedict -la última que compuso- es una adaptación de Mucho ruido y pocas nueces. Para el final dejo el proyecto que más quebraderos de cabeza le supuso, Les troyens, basada en la Eneida. Para poderla estrenar tuvo que dividirla en dos (es una grand opéra en cinco actos que dura casi cuatro horas) y su segunda parte, titulada Les troyens à Carthage obtuvo un gran éxito cuando se estrenó en noviembre de 1862. Sin embargo estas mutilaciones -junto a otras que siguieron, tanto en las puestas en escena como en la publicación de la música- desanimaron al compositor para perseguir una reposición, que no se dio hasta treinta años después. Aquí os dejo la obertura, en una versión histórica.