(Texto publicado originalmente en Mixobitácora el 19 de diciembre de 2005)
Ya son palabras mayores. Con su tercera sinfonía (compuesta entre 1802 y 1804, la publicó la Cámara de Artes e Industria de Viena con el número de opus 55 el año 1806 con una dedicatoria para el príncipe Lobkowitz), que todo el mundo conoce como Heroica, Beethoven puso cabeza abajo el mundo sinfónico del momento. Sus dos primeras obras en el género fueron ensayos, pruebas realizadas con el molde de Haydn y Mozart para introducirse en la forma musical que entonces reinaba en las salas de conciertos vienesas. Con la sinfonía en mi bemol mayor, rebasó todos los límites.
Comenzando con el del tiempo: ninguna obra sinfónica de Haydn o Mozart dura el mínimo de 45 minutos (en interpretaciones rapiditas) de la Heroica. Su primer movimiento comienza con dos espectaculares acordes de toda la orquesta que sin más dilación llevan al amplio primer tema. Beethoven se anticipa en este movimiento a lo que luego Bruckner haría habitualmente: a los dos tradicionales temas expuestos añade un tercero.
Viene luego una célebre marcha fúnebre en do menor, tonalidad enormemente significativa en la música de Beethoven (la misma que la de la quinta sinfonía o la obertura Coriolano), un agitado Scherzo cuyo trío incluye toques de trompa que luego se harían casi típicos en las sinfonías románticas alemanas y un finale en el que se funden la forma sonata y las variaciones tomando como base un tema que Beethoven utilizó en diversas ocasiones (en su ballet Las criaturas de Prometeo, en una de las contradanzas WoO 14 y como tema para las variaciones para piano Op. 35 que por eso se conocen erróneamente como "variaciones Heroica")
Consideraciones musicales aparte, esta obra forjó la leyenda de Beethoven como defensor de los derechos del hombre, admirador de la Revolución Francesa, propugnador de la hermandad de toda la Humanidad, etc. Leyenda, como digo. Beethoven, por muy crítico que fuese con el régimen semifeudal que durante toda su vida hubo de soportar en su Viena de adopción, siempre se adaptó a lo que había y vivió fundamentalmente de rentas y subvenciones que le otorgaron sus "amigos" (más bien patrocinadores) de la nobleza. Un librepensador "puro y duro" no se hubiese librado de la siniestra policía de Metternich...
El caso es que Beethoven quiso titular Bonaparte su tercera sinfonía. La historia es muy conocida, tal vez de las más contadas con relación al genio. Beethoven admiraba profundamente al primer cónsul Napoleón Bonaparte, admiración que se esfumó al proclamarse emperador de los franceses como Napoleón I. Beethoven tachó el nombre de su partitura y escribió el encabezamiento que ha llegado hasta nosotros: Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre, algo que enlaza con la marcha fúnebre para la muerte de un héroe de su sonata para piano nº 15, Op. 28.
También es sabido que, a pesar de esta prometaica reacción, Beethoven siguió pensando en esta obra como un tributo a Bonaparte. Cuando en 1821 el emperador derrotado murió en su exilio forzoso de Santa Elena, la frase de Beethoven fue: "ya he escrito la música apropiada para esa tragedia". Y con esa música inauguró el "siglo de la gran sinfonía".
¿Mis versiones favoritas?: Wilhelm Furtwängler/Orquesta Filarmónica de Viena (sellos diversos, 1944) y Otto Klemperer/Orquesta Philharmonia (EMI, 1959)
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