30.11.20

Beethoven y su sobrino II: una batalla perdida (pero no la guerra) ("Abschiedgesang" WoO 102)

 

Beethoven hacia 1818
(Dibujo de F. A. von Kloeber)

Beethoven y su sobrino II: una batalla perdida (pero no la guerra).

Ya vimos en entradas anteriores que Beethoven ganó en principio el pleito por la tutela de su sobrino, pero no tenía un hogar en condiciones para acogerlo. Lo llevó al internado de los Giannatasio, pero siempre con la idea de sacarlo de allí cuanto antes. Vamos a ver qué ocurrió (Vida de Ludwig van Beethoven, pp. 256-262):

En enero de 1818 Beethoven consumó por fin su deseo de sacar a Karl de la escuela de los Giannatasio y llevarlo a vivir con él. Probablemente pensaba que así podría evitar con más eficacia el contacto del niño con su madre, que sin duda hubo de producirse de una manera u otra mientras estuvo en el pensionado. El 24 de enero se lo llevó a casa, donde le puso bajo el cuidado de un tutor cuya identidad se desconoce, aunque sí que se sabe que era profesor de la Universidad de Viena y que también asumió alguna otra tarea de tipo doméstico. Durante la temporada estival se trasladaron a Mödling; allí le hizo ingresar en una escuela para niños que regentaba un sacerdote, el padre Johann Baptist Fröhlich. Esta decisión se volvería después en contra del compositor. Al cabo de un mes, Fröhlich expulsó a Karl de la escuela por injuriar a su madre, algo que el propio muchacho dijo que era alentado por su tío y que él hacía para agradarle, y también por el descuido en la enseñanza religiosa. Además, la conducta de Karl no tuvo que ser muy buena y se habían recibido numerosas quejas. 

A esto hay que añadir que Johanna siguió intentando por todos los medios acercarse a su hijo y volvió a recurrir al soborno de las criadas de Beethoven. El 18 de junio escribió este a Nanette Streicher: «trabajaron juntas vergonzosamente y se dejaron utilizar por Frau v. Beethoven; ambas recibieron café y azúcar de ella. Peppi dinero y la vieja probablemente también, pues no puede haber dudas de que ella misma fue a casa de la madre de Karl; dijo a Karl que si yo la expulsaba de mi servicio iría directamente a su madre». 

Tras la expulsión de la escuela del padre Fröhlich, Beethoven recurrió de nuevo a un tutor privado para su sobrino y decidió que más tarde acudiese a una institución educativa pública de la capital; con ese fin acudieron a mediados de agosto a Viena. Johanna en ese momento decidió pasar a la acción. Requirió la ayuda de Jakob Hotschevar, funcionario que estaba casado con una pariente lejana suya, y en septiembre de 1818 presentaron ante el Landrecht una petición para que ella pudiera decidir sobre la educación futura de su hijo intentando demostrar que Beethoven era incapaz de ejercer él solo la tutela. Johanna, además, pedía al tribunal que permitiese el ingreso de su hijo en el Real e Imperial Internado. Tras varios aplazamientos, la petición fue rechazada el 3 de octubre y Karl entró en una escuela pública, tal y como corrobora Fanny en su diario el día 7 de noviembre: 
Beethoven ha venido hoy a ver a padre. Acaba de regresar del campo y está enviando a Karl a la escuela pública. 
Beethoven pasó bastante tiempo desde entonces con los Giannatasio; Fanny cuenta de la siguiente forma cómo reaccionó Beethoven cuando, el 3 de diciembre, Karl huyó para reunirse con su madre:
Los últimos dos días he estado muy disgustada con este asunto de Beethoven. Nunca podré olvidar el momento en que vino y nos contó que Karl le había abandonado y había marchado con su madre y nos mostró la carta como prueba de la mala conducta de su sobrino. Ver gemir a este hombre, que ya tiene bastantes penas que soportar, fue una de las escenas más tristes de las que he sido testigo.
Recuerdo a Beethoven exclamando, con lágrimas corriéndole por la mejilla, en respuesta a la simpatía que le expresábamos, cuando intentábamos consolarle: «¡Ah, pero me hace sentir vergüenza!» 
Beethoven llamó a la policía para que Johanna le devolviese al chico, ya que ella quería prolongar un poco más la estancia de su hijo con él. El resultado de este incidente llegó a ser devastador para el compositor. Johanna volvió a dirigirse al tribunal el 7 de diciembre informando de lo que había ocurrido y pidiendo que se retirase la tutela a Beethoven, que pretendía llevarse al niño a estudiar lejos, tal vez al extranjero, e insistió en que fuese al internado. Ayudada por Hotschevar, intentó desmontar el argumento de que era moralmente incapaz de educar a su hijo, basado en las denuncias del pasado que en su momento esgrimió Beethoven. Adjuntó además la declaración del padre Fröhlich que señalaba la depravación de la que había hecho gala el chico. 

El tribunal los citó el 11 de diciembre; interrogó a Karl, a Beethoven (que acudió acompañado por Bernard) y a Johanna. Las preguntas versaron sobre la educación del niño y la relación con su tío y sobre las circunstancias de la huída. Llegado un momento, Beethoven tuvo un importante lapsus: 
¿Qué medios tenía intención de emplear en la educación de su pupilo?
El mayor talento de su pupilo estaba en el estudio y a eso se dedicaría. Sus medios de subsistencia eran la mitad de la pensión de su madre y el interés sobre 2.000 florines. Hasta entonces la diferencia entre esta suma y el coste la había pagado él y deseaba asumirla en el futuro si el asunto pudiera de una vez ponerse en orden. Como no era factible ingresar ahora a su sobrino en el Internado, solo sabía de dos caminos que se le pudieran abrir: mantener un asistente para él que siempre debería estar con él o enviarlo durante el invierno con Gionastasio. Pasado medio año lo enviaría al Internado Mölker, del que había oído grandes elogios, o si fuera de noble cuna, llevarlo al Theresianum.
¿Eran él y su hermano de la nobleza y tenían documentos que lo probasen?
«Van» era una partícula holandesa que no se aplicaba exclusivamente a la nobleza; no tenía ni un diploma ni otra prueba de su nobleza. 
En el interrogatorio a Johanna se insistió sobre el asunto: 
¿Era su marido de noble cuna?
Así lo habían dicho los hermanos; la prueba documental de nobleza se decía que estaba en posesión del hermano mayor, el compositor. En la audiencia legal sobre la muerte de su esposo se habían exigido pruebas de nobleza; ella no tenía documento alguno sobre el asunto. 
De aquí el tribunal sacó una conclusión clara: esas personas que estaban compareciendo ante él no pertenecían a la nobleza, y el Landrecht era un tribunal que solo entendía asuntos de la nobleza. La consecuencia fue que el 18 de diciembre se desentendió del caso y se lo transfirió al Magistrat, el tribunal que se ocupaba de los litigios de los plebeyos. Esto supuso un durísimo golpe para el compositor. Sin entrar en las cuestiones psicológicas que han generado incluso leyendas sobre esta «expulsión» de Beethoven del círculo de la nobleza, el caso es que el nuevo tribunal no estaba tan bien dispuesto hacia él. De momento, suspendió temporalmente su tutela y volvió a entregar el niño a su madre. Fanny Giannatasio lo refleja así en su diario el 10 de enero de 1819: 
Müller nos ha hecho muy infelices al contarnos los problemas de Beethoven. Esa mujer cruel ha llevado las cosas tan lejos que ha triunfado sobre él. Se le ha retirado la tutela y su desgraciado sobrino ha vuelto con su madre. Puedo imaginar la pena de Beethoven. Desde ayer por la tarde ha estado completamente solo; no ha tenido ni al uno ni a los otros con él en la mesa. Debería saber que Karl se regocija de estar con su madre; tal vez eso mitigara la agonía de la partida de su lado. 
Por su parte, Beethoven redactó un texto fechado el 1 de febrero en el que detallaba ante el nuevo tribunal los planes educativos –los cuales, a pesar de tener suspendida la tutela, aún supervisaba él– que tenía para su sobrino, a la par que intentaba desacreditar por todos los medios a su cuñada, de forma que se le retirase la tutela de forma definitiva. Asimismo proponía que se nombrase un cotutor que «ciertamente habría propuesto hoy si no estuviese aún indeciso sobre quién elegir». 

Tras la huída de Karl, Beethoven lo mantuvo durante unas semanas en casa de los Giannatasio, «vigilado como si fuera un prisionero», a decir de Fanny. Poco después lo ingresó en una escuela situada en el suburbio de Landstrasse, regentada por Johann Baptist Kudlich; Beethoven en principio estaba muy satisfecho con este centro y con su director, tanto que se llegó a barajar su nombre como posible candidato a desempeñar conjuntamente la tutela. Sin embargo, Beethoven dudaba, ya que parecía preferir a Matthias von Tuscher, miembro del Magistrat a quien conocía desde 1814, cuando le encargó componer su Abschiedgesang, sobre texto de Joseph von Seyfried. Finalmente, tras superar las reticencias mostradas por el magistrado, este fue nombrado cotutor el 26 de marzo. 

La primera de sus acciones junto con Beethoven fue procurar que Karl marchase lejos de Viena, con toda probabilidad para intentar alejarlo de su madre. La idea era que se fuese a Landshut, en Baviera, a estudiar con el teólogo y sacerdote Johann Michael Sailer, que tenía una excelente reputación; era conocido por Antonie Brentano y Beethoven pidió su intercesión para que admitiese a Karl como su pupilo, a cambio de unos honorarios no muy elevados. Con tal fin, Beethoven solicitó a las autoridades un pasaporte para su sobrino el 23 de abril de 1819. Ante la lógica protesta de Johanna en el tribunal, el magistrado que desde mayo entendía del caso, Franz Xaver Piuk, denegó el pasaporte y el viaje quedó, pues, frustrado. Por tanto, Karl siguió en el instituto de Kudlich, que a Beethoven empezaba a gustarle menos posiblemente porque se permitía que el niño tuviese con su madre un contacto mayor que el deseado por su tío. El 16 de junio escribió a Bernard: 
Bien, ahora hemos de tragarnos nuestro orgullo en casa de Giannatasio o en cualquier otro sitio para encontrar un lugar para K[arl], ¡¡¡¡¡ya que nunca volveré a mandarlo con ese K[udlich], que es bien un granuja o un tipo débil!!!!! ¡¡¡¡No hay mucha diferencia entre lo uno y lo otro cuando se permite que pase lo que no debe pasar!!!! 
Por consiguiente, Beethoven se dirigió a Giannatasio para que admitiese otra vez a Karl en su instituto, pero, aunque la familia al completo fue a visitarlo a Mödling, donde pasaba el verano, para tratar el asunto, la respuesta fue negativa. Así lo cuenta Fanny en su diario el día 18 de junio y a la vez nos indica la solución por la que optó Beethoven: 
El objeto de nuestro viaje a Mödling era hablar sobre el deseo formal de Beethoven de poner a su rebelde sobrino nuevamente bajo nuestro cuidado, pero lo hemos rechazado. Dijo a padre que, a pesar de la carta, iría y lo discutirían. Pero cambió de idea cuando hubo leído la carta y mandó al muchacho al Instituto Blöchlinger. Por mucho que nos haya dolido rechazar una petición de Beethoven, estoy muy segura de que hemos hecho lo correcto, pues realmente no podríamos haber hecho nada bueno y, tal vez, por contra, bastante daño. 
Joseph Urban Blöchlinger von Bannholz, suizo de origen, se había establecido en Viena en 1804 y, aunque empezó estudiando medicina, su admiración por su compatriota, el pedagogo Johann Heinrich Pestalozzi, a quien es probable que conociera en persona, lo llevó por el camino de la enseñanza. En 1814 abrió su propia escuela en el Landstrasse; en ella ingresó Karl el 22 de junio de 1819 –en esa época ocupaba el palacio Chotek, en Alsergrund– y en ella permaneció hasta agosto de 1823. 

Visto que Piuk no parecía simpatizar mucho con la causa de Beethoven, este le escribió una carta bastante larga el 19 de julio desde Mödling en la que pretendía dejar clara su postura y justificar todas sus actuaciones, a la par que intentaba hacer ver al magistrado la incapacidad de Johanna y proteger a Karl evitando que fuese llamado a declarar. En septiembre dio instrucciones a Blöchlinger indicando que solo podrían comunicarse con Karl sus amigos Bernard y Oliva (que había vuelto de Hungría y había reanudado su amistad con Beethoven, así como muchas de sus tareas de secretario), además de Piuk. En todo caso ninguna de estas acciones tuvo el efecto que Beethoven deseaba, ya que el 17 de septiembre el Magistrat, a instancias de Piuk, decidió que la tutela del chico pasase conjuntamente a Johanna y a Leopold Nussböck, un empleado municipal (Tuscher había pedido a principios de julio que lo liberasen de su responsabilidad; de hecho, desde junio apenas ejerció como tutor y Beethoven consideró que a todos los efectos la suspensión de su tutela se había levantado). Beethoven había perdido una batalla, pero no la guerra, como veremos más adelante.

Sirva como ilustración musical ese Abschiedgesang («Canto de despedida»), para dos tenores y bajo, que el magistrado Tuscher encargó a Beethoven cuatro años antes de estos hechos:


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