16.11.20

Beethoven y su sobrino (I) («An die ferne Geliebte» Op. 98)

 

Karl van Beethoven (c. 1825)

Beethoven y su sobrino (I)

En la anterior entrada os comenté que la parte cuarta de mi librito sobre Beethoven se titulaba «Años de fama mundana y pleitos» y aquella la dediqué a la fama mundana. La de hoy se referirá a los pleitos o, más bien, al «pleito» por antonomasia, el que durante casi cinco años sostuvo Beethoven con su cuñada por la tutela de su sobrino Karl. Es este uno de los apartados más complejos de la vida de Beethoven, que dio comienzo con la muerte de su hermano Caspar Carl el 15 de noviembre de 1815. Caspar Carl se había casado, en contra de la voluntad de su hermano, con Johanna Reiss, una joven que tenía bastante mala fama (sus propios padres la habían acusado de robo) y que, además, iba embarazada al matrimonio (terrible escándalo en la época y hasta hace bien poco). Así os cuento en la Vida de Ludwig van Beethoven (pp. 229-232) cómo comenzó la cosa, una vez firmó el hermano moribundo su testamento:

Forbes indica que en el documento original hay una enmienda muy importante: el apartado 5 en principio estaba redactado así: «Junto con mi esposa, nombro a mi hermano Ludwig van Beethoven cotutor…» y en esta frase fueron tachadas las palabras «Junto con mi esposa» y la partícula «co-», es probable que por presiones de Beethoven. En cualquier caso, el moribundo, al darse cuenta de que su hermano tenía la intención de impedir que su esposa ejerciese la tutela junto con él, añadió el mismo día 14 de noviembre un codicilo al testamento: 
Habiendo sabido que mi hermano, Hr. Ludwig van Beethoven, desea tras mi muerte hacerse cargo totalmente de mi hijo Karl y retirarle completamente de la supervisión y educación de su madre y dado que no existe la mejor de las armonías entre mi hermano y mi esposa, he encontrado necesario añadir a mi testamento que bajo ningún concepto deseo que se separe a mi hijo de su madre, sino que siempre y mientras su futura carrera lo permita, permanezca con su madre, a cuyo fin su tutela será ejercida por ella al igual que mi hermano. Solo con unidad el objetivo que tengo a la vista al nombrar a mi hermano tutor de mi hijo se puede conseguir, de ahí que, por el bienestar de mi hijo, recomiendo conformidad a mi esposa y más moderación a mi hermano.
Quiera Dios que entre ellos haya armonía por el bienestar de mi hijo. Este es el último deseo del marido y hermano moribundo. 
Basándose en el codicilo, depositado ante él el 17 de noviembre, el Landrecht de la Baja Austria nombró tutora principal de Karl a Johanna y a Beethoven tutor asociado el 22 de noviembre de 1815. Beethoven apeló tal decisión el día 28 y el 15 de diciembre solicitó al tribunal de la Magistratura de Viena (el que entendía de los asuntos de los plebeyos) la sentencia por fraude contra Johanna (petición que le fue denegada aunque este tribunal sí que accedió a enviar la información solicitada al Landrecht). Nuevamente se dirigió al Landrecht el 20 de diciembre, esta vez con un ataque más directo a la viuda de su hermano y dudando sobre la validez del codicilo: 
(…) esos hombres honorables que ocupan distinguidos puestos [los miembros de la Magistratura de Viena] estarían dispuestos a aportar las pruebas más incontestables sobre su comportamiento antes y después de su casamiento con mi hermano y hasta el momento de su muerte, incluso si yo renuncio a decir cualquier cosa sobre asuntos que yo mismo puedo probar completamente. Además, se ha de tener en mente que una mujer, aunque estuviese dotada de cualidades morales e intelectuales, que por desgracia me veo obligado a confesar que bajo ningún concepto es el caso de la viuda de mi difunto hermano, nunca puede ser capaz de supervisar adecuadamente la educación de un niño tan pronto haya superado la edad de nueve años. Cierto es que su viuda fue nombrada por mi hermano cotutora, pero esto se hizo en un codicilo añadido cuando estuve ausente hora y media, es decir, sin mi conocimiento y a mis espaldas… 
Finalmente, el tribunal dio la razón a Beethoven el 9 de enero de 1816 y el día 19 acudió allí a prestar juramento como tutor único de su sobrino, que fue separado de su madre. Beethoven se encontró de esta manera con la responsabilidad de criar y educar a un niño, algo que difícilmente cuadraba con su modo de vida y que sería aún más complicado a causa de su sordera. 

Wenzel Tomašek nos traza un desolador cuadro de cómo vivía el compositor apenas un año antes, mientras se hallaba atareado con la cantata Der glorreiche Augenblick. Tomašek acudió a visitarlo el 10 de octubre de 1814 y he aquí cómo describe lo que se encontró: 
El desdichado estaba especialmente duro de oído este día, de forma que había que gritarle más que hablarle para ser entendido. El vestíbulo en el que me saludó estaba cualquier cosa menos espléndidamente amueblado y, por cierto, tan desordenado como sus cabellos. Aquí encontré un piano vertical y en su atril el texto de una cantata de Weissenbach; sobre las teclas yacía un lapicero con el que había esbozado su obra, y a su lado, en una hoja de papel pautado llena de garabatos, encontré numerosas ideas divergentes, trazadas de forma inconexa, los detalles individuales más heterogéneos codo con codo, tal y como le habían llegado a la mente… 
En su segunda visita, el 24 de noviembre, la impresión no fue mucho mejor: 
Me anunció su criado y se me admitió en seguida. Si su hogar había presentado una apariencia desordenada cuando lo visité por primera vez, ahora era mucho peor. En la habitación de en medio encontré dos copistas que estaban copiando su cantata; en la segunda habitación cada silla y casa mesa estaban cubiertas por fragmentos de partituras que Umlauf, a quien Beethoven me presentó, estaba probablemente corrigiendo. 
¡Y en este hogar es donde iba a llegar ahora un niño de poco más de nueve años de edad! 

Antes de seguir adelante, me parece necesario detenerme en un aspecto fundamental, que no es otro que la relación de Beethoven con su sobrino y las cuestiones psicológicas e incluso psicoanalíticas que la rodearon. Es evidente que Beethoven encontró en la asunción de la tutela de Karl el modo de colmar su deseo de formar una familia, un deseo que siempre había chocado con lo inalcanzable de las mujeres a las que se había acercado con esa idea. Y también es evidente que su actitud hacia el muchacho, que alternaba entre una ternura excesiva y una también excesiva severidad, unida a la aversión por su cuñada y el uso del muchacho como arma arrojadiza en los largos años de pleitos, provocaron en Karl un efecto devastador, que culminaría en un intento de suicidio. Los biógrafos han tratado estos hechos de diferente manera, unos más benevolentes con el compositor, justificando todos sus actos dado que el fin era mitigar lo más posible la influencia de una madre perversa en un niño, y otros acusando a Beethoven de todo tipo de malas actuaciones y tildándolo poco menos que de loco (y esto en el mejor de los casos). En este sentido, fue todo un terremoto la aparición, en 1954, del libro de los psicoanalistas Richard y Editha Sterba, Beethoven and His Nephew: A Psychoanalytical Study of Their Relationship («Beethoven y su sobrino: un estudio psicoanalítico de su relación»). Otro psicoanalista y biógrafo de Beethoven, Maynard Solomon, ha analizado a fondo la tesis de los Sterba y la ha rebatido. Donde los austriacos veían veladas tendencias homosexuales que tenían su salida en su excesiva devoción por su hermano y, tras su muerte, en la especie de «amor maternal» exagerado que derramó sobre Karl, el americano recurre al concepto psicoanalítico de la «familia de fantasía», llena de sentimientos en conflicto que creó en los años que duró el pleito por la tutela, una familia que acabó desintegrándose por puro agotamiento. 

Dado que la presente es una «vida de Beethoven» que quiere basarse en documentos y presentar sencillamente los hechos que nos narran sin añadir adorno alguno, no está dentro de sus objetivos hacer un análisis psicológico de los personajes que la pueblan. Valga lo esbozado en el párrafo anterior para ello, como excepción ante esta importante cuestión del pleito sobre la tutela y la relación de Beethoven y Karl y, desde este momento, nos habremos de ceñir a lo que digan las cartas, cuadernos de conversación y otros testimonios. En cualquier caso, para quien sienta curiosidad quede como recomendación el mencionado libro de los Sterba y el ensayo citado de los Beethoven Essays de Solomon, donde realiza una meticulosa crítica de dicho libro y que además es complementario del capítulo 18 de su biografía de Beethoven («Beethoven y su sobrino»), al que también remito para profundizar sobre este asunto.

Muy poco después de esta primera victoria en los tribunales, en abril de 1816, escribió Beethoven el ciclo de canciones An die ferne Geliebte («A la amada lejana»), sobre poemas de Alois Jeitteles, ¿anhelando quizá una compañera para el tremendo viaje que acababa de comenzar?



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