12.1.21

Beethoven y Rossini (Escena y aria "Ah, perfido!" Op. 65)

 


Beethoven y Rossini

La fama mundana que Beethoven había adquirido a raíz del Congreso de Viena se fue eclipsando poco a poco, aunque el «golpe de gracia» se lo dio la irrupción de Rossini y su música como rabiosa moda, casi una locura, en la capital imperial. Así os lo cuento (y también el encuentro entre los dos compositores) en el libro (pp. 280-281):

Si nos retrotraemos al final de la primavera de este año de 1822, nos encontraremos con Rossini en Viena. Al final del capítulo anterior ya se mencionó que la «locura por Rossini» (en palabras de Thayer) fue causa del descenso de la enorme fama que Beethoven había conseguido la década anterior. La celebridad del compositor de Pesaro hizo que a finales de marzo de 1822 llegase a Viena invitado por Barbaja para asistir a una temporada de tres meses durante la cual se iban a representar varias de sus óperas en el teatro Kärntnertor; la primera fue Zelmira, el 13 de abril y siguieron cinco más antes del cierre. Barbaja hizo venir a una compañía operística napolitana con tal fin, compañía en la que la prima donna no era otra que la española Isabel Colbrán, con la que se acababa de casar el compositor italiano. 

Rossini había tenido la oportunidad de escuchar música de Beethoven y sentía una profunda admiración por él. Por medio de Artaria intentó visitarlo, pero se encontraba indispuesto y hubo de esperar a una segunda ocasión, en la que el intermediario fue el poeta Giuseppe Carpani, todo esto según el propio Rossini. La entrevista contó con el lastre del idioma y de la sordera de Beethoven, pero de ella surgieron interesantes comentarios que han quedado para la posteridad gracias al relato que de ella hizo Rossini a Richard Wagner cuando este lo vio en París en 1860. Al darse cuenta Beethoven de quién era su visitante, le dijo en un italiano «bastante comprensible»: 
¡Ah! Rossini, usted, ¿el compositor del Barbiere di Seviglia? Enhorabuena; es una excelente ópera bufa; la he leído con placer y he disfrutado. Será interpretada mientras exista la ópera italiana. Nunca pruebe otra cosa que no sea la ópera bufa, violentaría su destino queriendo tener éxito en un género diferente. 
Ante lo cual Carpani contestó que el compositor italiano ya había escrito muchas óperas serias que le había enviado para que las examinase; Beethoven replicó: 
Claro, las he repasado pero, vea, la ópera seria no está en la naturaleza de los italianos. Para el verdadero drama no conocen suficientemente la ciencia de la música y, ¿cómo podrían adquirirla en Italia? En la ópera bufa nadie puede igualar a los italianos. Su lenguaje y su temperamento los predestina para ello. 
Sin duda estas opiniones, unidas a la citada locura que sintió el público vienés por la obra del italiano contribuyeron y no poco a que la música de Beethoven dejase de cuadrar con los gustos de la capital imperial.

Para ilustrar musicalmente este encuentro, recurro a la que tal vez sea la composición de Beethoven sobre un texto italiano más conocida, la scena ed aria «Ah, perfido!» Op. 65. Fue escrita a comienzos de 1796 sobre unos versos que en parte son obra del célebre Metastasio. Beethoven se la dedicó a la condesa Josephine Clary, quien la estrenó durante la gira del compositor por Praga el mismo año de su composición. La versión tiene protagonistas míticos.

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