8.7.14

Zemlinsky: Die Seejungfrau ("La sirena")

1996 señala el 125º aniversario del nacimiento de Zemlinsky. En Colonia, donde se estrenó [la ópera] Der Zwerg en 1922, hemos iniciado una importante retrospectiva de sus obras. En Alemania y Austria Zemlinsky ha disfrutado de un resurgimiento en los últimos 20 años, pero sus obras aún no son suficientemente conocidas en el resto de Europa, América y Oriente. Estoy convencido de que ha llegado el momento en el que, en unos cuantos años, un público amplio y entusiasta conocerá y estimará su música.
Lo anterior lo escribió hace 18 años James Conlon, director estadounidense hoy titular de la Ópera de Los Ángeles y entonces al frente de la Orquesta Filarmónica Gürzenich de Colonia, y me temo que no son unas frases demasiado proféticas. Alexander von Zemlinsky aún sigue siendo un desconocido para el gran público. Nacido en Viena en 1871, de ascendencia eslovaca y judeo-sefardita, fue amigo, maestro e incluso cuñado de Schoenberg, a quien, sin embargo, no acompañó en su viaje sin retorno a la atonalidad. En su tiempo fue considerado uno de los mejores directores de orquesta y ocupó puestos en Viena, Praga y Berlín. Con el advenimiento del nazismo hubo de huir primero a Viena y luego a Estados Unidos, donde muríó olvidado en 1942. Su música, tardorromántica, es enormemente disfrutable y por ello le voy a dedicar las entradas de este mes de julio. La primera obra que os traigo está relacionada con un fracaso amoroso. Zemlinsky, bajito y feo, poco tenía que ofrecer al menos en apariencia; cierta dama, al verle dirigir en febrero de 1900 en Viena, escribió en su diario: "El hombre forma la figura más cómica imaginable - una caricatura, apocado y corto, con ojos saltones." Esta joven dama, que respondía al nombre de Alma Schindler, le conoció a las pocas semanas y, a pesar de esa primera opinión, pronto se convirtió en su alumna de composición musical y después en su apasionada amante y en su principal fuente de inspiración. Pero en noviembre de 1901 se cruzó en su camino un tal Gustav Mahler y el flechazo hubo de ser instantáneo; al mes siguiente la prensa anunció el compromiso matrimonial de Alma y Gustav. El golpe fue brutal para Zemlinsky; de un plumazo se quedó sin amante y sin musa. La consecuencia fue esta obra, basada en el célebre cuento de Hans Christian Andersen, que escribió entre 1902 y 1903, en la que intentó reflejar sus sentimientos de desesperación. Os la traigo en la versión de otro director que procuró dar un impulso a la obra de este músico, Riccardo Chailly.

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