4.7.08

Breve biografía de Max Reger (III)


(Reger ante el órgano. Berlín)

III - WEIDEN (1898-1901)

El aislamiento en la ciudad donde se crió le sirvió a Reger no sólo para recuperarse física y anímicamente, sino que potenció su creatividad. Al poco de volver a casa de sus padres concluyó los Seis valses para piano a cuatro manos Op. 22 y las Acuarelas, cinco pequeñas piezas para piano Op. 25, además de una brillante improvisación, también para piano, sobre el célebre Danubio azul de Johann Strauss. Una vez concluido el contrato con Augener, empezó a buscar editor para sus opus 23 al 26, que en parte había compuesto en Wiesbaden.

Karl Straube fue un apoyo decisivo en esta etapa; sus padres le veían como un fracasado y su amigo organista fue una de las personas que más le animó a seguir su carrera. Ciertamente, en esta época de Weiden se produjo el punto álgido de su obra para órgano, lo cual señala que su interés por la coral protestante era cada vez mayor. En estos años y en los primeros de Múnich compuso numerosas fantasías sobre célebres corales (la primera sobre Ein’ feste Burg, Op. 27, a mediados de septiembre de 1898). Con ellas Reger abrió una línea de grandes composiciones para el órgano en las que encontró un nuevo y personal modo de escritura. Consiguió así crecientes éxitos, no con poca ayuda de Straube, que desde su posición de organista en Wesel estrenaba todas las obras que Reger le enviaba, y ello a pesar de las dificultades técnicas que la naturaleza sinfónica y monumental de algunas entrañaban. Straube también presentó composiciones de Reger en Múnich; este mismo año de 1898 Reger firmó al fin un contrato con la editorial Aibl de aquella ciudad. Estos hechos fueron el punto de partida del intento del compositor de triunfar en la capital de Baviera, algo que terminaría en un nuevo fracaso.

Tampoco abandonó la música de cámara; acabó su segunda Sonata para violonchelo Op. 28, en sol menor, aún muy influida por Brahms, el 2 de noviembre de 1898. Según la Neue Musik Zeitung se trató de “un genuino enriquecimiento de la literatura para violonchelo, tan pobre en piezas de cámara sólidas”. Sin embargo, Rudolf Back, crítico de la Allgemeine Musik-Zeitung opinó, mucho más tibio, que era una “música muy estudiada, que logra su máximo triunfo en un cromatismo extático”. Hugo Becker (1863-1941), a quien estaba dedicada la obra, no entendió sus armonías y probablemente nunca volvió a interpretarla. Sobre ella Reger escribió a Georg Göhler el 28 de octubre de 1899:

Es muy difícil y sin duda parecerá algo ofensiva a algunos y espero que con el tiempo sea entendida tal y como yo la he concebido.

Y a Georg Stolz (16 de agosto de 1901):

Requiere un estudio prolongado antes de que parezca una obra clara.

A pesar de su reacción negativa ante esta sonata, Becker estrenó posteriormente otras obras de Reger, como miembro del cuarteto del Museo de Frankfurt (cuarteto Op.74) y también como solista (sonata Op. 78) y recibió la dedicatoria de la Suite para violonchelo solo Op. 131c nº 2. El editor Peters la rechazó sin revisarla siquiera; la publicó Jos. Aibl a comienzos de 1899. Su estreno tuvo lugar en Wesel el 25 de abril de 1901, con Friedrich Grützmacher en el violonchelo y el siempre fiel Straube en el piano.

Richard Strauss consiguió que el editor de Leipzig Forberg también publicara algunas de las obras de Reger, en concreto las Six morceaux para piano Op. 24 (la sexta de las cuales tiene el subtítulo A los manes de Johannes Brahms), las siete Fantasie-stücke, también para piano, Op. 26 (la quinta de las cuales se titula Resignation y lleva el subtítulo 3 de abril de 1897 – m. J. Brahms), la ya mencionada Fantasía Op. 27 y la Fantasía y fuga en do menor para órgano Op. 29. Junto con Aibl, Forberg sería el principal editor musical de Reger en estos años de Weiden. El agradecimiento por la mediación de Strauss se tradujo en la dedicatoria del Op. 29. Reger obtuvo una rentabilidad económica con estas publicaciones que le permitió ir poco a poco saldando las deudas que dejó en Wiesbaden.

Por primera vez en cuatro años apareció un largo artículo dedicado a Reger y su música, con foto y biografía incluidas. Fue en la publicación Die Redenden Künste y su autor fue un amigo de Reger, Cäsar Hochstetter, de Wiesbaden, que recomendó al joven y talentoso compositor a los diferentes editores musicales. En agradecimiento recibió la dedicatoria de las Aquarellen Op. 25 y de las Cinq pièces pittoresques para piano a cuatro manos Op. 34 (esta última obra escrita en 1899).

La fiebre creadora fue en aumento. Reger siguió componiendo música para piano, órgano, música de cámara y lieder. El fiel Straube no dejó de estrenar sus piezas para órgano, como la Sonata en fa sostenido menor Op. 33, en junio de 1899 y la fantasía coral sobre Wie schon leucht’t uns sehr Morgenstern Op. 40 nº 1, en octubre del mismo año. También interpretó en Múnich la Fantasía y fuga Op. 29 en presencia del compositor.

Entre mayo y junio de 1899 Reger estuvo varias semanas en Schneewinkl en compañía de August von Bagenski. Su hija Elsa se había divorciado en abril y junto con ella y su prima Bertha, Reger pasó esas vacaciones. Reger se enamoró de Elsa, y para ella compuso varios lieder amorosos; sin embargo ella, recordando los malos momentos de Wiesbaden en los que le había visto en el fondo del abismo, le rechazó.

En septiembre fue invitado del violinista Joseph Hösl en Múnich y en su casa conoció al gran dramaturgo noruego Henrik Ibsen. Su agradecimiento a Hösl suspuso la dedicatoria de la Sonata para violín y piano en la mayor Op. 41. Ese mismo otoño emprendió la composición de su primer grupo de Sonatas para violín solo, las Op. 42, con las que rescató un género olvidado desde el Barroco. Se las dedicó a Willy Burmester; en ellas siguió el modelo bachiano pero sin perder su personalidad.

También de 1900 es la Fantasía y fuga sobre el nombre de B-A-C-H (letras que en la notación musical alemana se corresponden con si bemol – la – do – si), Op. 46, dedicada a Joseph Rheinberger, que cuando la escuchó se sintió horrorizado. Karl Straube la estrenó en la catedral de St. Willibrord de Wesel. A pesar de estas reacciones otros organistas, además de Straube, empezaron a interesarse en la producción de Reger, dentro y fuera de Alemania. Otto Burkert estrenó la Fantasía sobre “Straf’ mich nicht in deinem Zorn”, Op. 40 nº 2, en Brünn (Brno) mientras Straube interpretaba el Op. 46 en Wesel.

A pesar de esta efusión organística (llegó incluso a planear un concierto para órgano y gran orquesta que no pasó de proyecto), Reger no abandonó la música de cámara. En 1900 compuso sus dos primeros cuartetos de cuerda “oficiales” (después del de 1889), a los que asignó el número de opus 54. El primero de ellos, que dedicó a Carl Spitzweg, de la editorial Aibl, le absorbió completamente en noviembre, aunque pronto estaba trabajando en la fuga del último movimiento, según indicó él mismo el 14 de ese mes. Para el propio Reger era una obra difícil de comprender, especialmente los movimientos impares. Hubo de esperar casi diez años para su estreno (según Reger una posible presentación en el invierno de 1900 se frustró porque “cierto caballero” del cuarteto al que se encomendó el estreno rechazó tocar algo tan “enloquecido”), que tuvo lugar el 26 de octubre de 1910 a cargo del cuarteto de su amigo Hösl. El segundo cuarteto del Op. 54 data de abril-junio de 1901 y fue la última obra que escribió en Weiden; está dedicado al crítico musical Arthur Seild y el cuarteto Hösl lo estrenó el 28 de abril de 1904 para disgusto de Reger, que achacó a los otros tres miembros del conjunto la desastrosa interpretación

También se arriesgó a la comparación con el venerado Brahms con sus dos Sonatas para clarinete y piano Op. 49. Cuando en mayo de 1900 escuchó las primera de las dos sonatas Op. 120 del hamburgués Reger dijo: “Estupendo, yo también voy a escribir dos cosas como ésas.” Y al cabo de unos días lo hizo. La primera de las sonatas se estrenó el 18 de abril de 1902, con Reger en el piano y Karl Wagner en el clarinete. A él le dedicó la segunda sonata, cuyo lugar y fecha de estreno se ignoran. Estas obras, que tuvieron bastante éxito como música para interpretar en el hogar, apenas aparecen en las salas de concierto.

En diciembre de 1900 estrenó, junto con Josep Hösl, la Sonata para violín y piano en la mayor Op. 41 y la reacción de la crítica fue favorable, especialmente la de los muniqueses Theodor Kroyer y Rudolf Louis, que se sintieron impresionados por la novedad del lenguaje. La capital de Baviera empezaba a escuchar con fuerza el nombre de Reger.

En enero de 1901 Reger reapareció en Berlín como pianista acompañante de lieder con Joseph Loritz y la acogida de su viejo conocido Otto Lessman fue más amable que la de siete años antes. En marzo obtuvo un nuevo reconocimiento en Múnich cuando Straube presentó cinco de sus grandes obras para órgano. Straube consiguió que la fantasía Op. 46 se interpretase en uno de los festivales de la Allgemeine Deutscher Musikverein (ADMV), una organización que en 1896 había rechazado el Trío Op. 2 porque ni la obra ni su autor tenían méritos relacionados con su fundador, Franz Liszt. En este caso sí que se aceptó la gran obra para órgano de Reger y ello sirvió para que la atención sobre él se extendiera geográficamente: en julio de 1901 el organista de Ulm Karl Beringer dio un primer concierto dedicado a Reger que sirvió para dar a conocer su música en la Alemania suroccidental.

Las 12 piezas para órgano Op. 59 fueron escritas, según Lindner, en sólo dos semanas en este mismo año de 1901. Reger le mostró los bocetos según las iba escribiendo; constituyen su primer grupo de piezas de carácter para órgano.

Todos estos éxitos y la mejora de su salud despertaron la inquietud de Reger, que se empezaba a sentir constreñido en Weiden. Tras la jubilación anticipada de su padre, le convenció para que toda la familia se trasladase a Múnich, lo cual hicieron el 1 de septiembre de 1901.