12.11.07

Los discos de la isla desierta: Berg por Perlman y Ozawa

Alban Berg - Igor Stravinsky
Violin Concertos - Violinkonzerte
Ithzak Perlman - Boston Symphony Orchestra - Seiji Ozawa

Deustche Grammophon - The Originals 447 445-2

Grabado en 1978-86

He de confesar que en mis primeros pinitos como aficionado a la música tenía terror a todo lo que se saliese de la armonía tradicional. Estaba acostumbrado a escuchar en la radio y, a veces, en la televisión, música contemporánea de la más extraña y ruidosa, que muchas veces me hacía daño al oído. No se me olvida cierta ocasión en la que del aparato de radio salían ruidos de monedas, sonidos guturales, gemidos y otras lindezas; a veces, se hacía el silencio y una voz solemne decía: "Canto segundo". Después de un rato, la misma voz decía "Fin de los cantos" y el locutor nos anunció que acabábamos de escuchar los Cantos desde mi hígado. Siento no recordar su autor. Entonces me horrorizó. Hoy en día estoy más curtido.

Cómo sería la cosa, que cuando se empezó a hablar de Mahler en España (nos guste o no, de la mano de Alfonso Guerra), yo no tenía muy claro si me iba a gustar, pues no sabía si D. Gustav había ya traspasado los umbrales de la tonalidad. Hasta que no leí claramente que sus sinfonías estaban en una tonalidad concreta, no me animé a comprarlas...

Con esas actitudes, fue díficil que llegase tempranamente a valorar la llamada Segunda Escuela de Viena. Si bien mi curiosidad de aficionadillo se exacerbaba más y más y me llevaba a apuestas cada vez más arriesgadas, aún no me atrevía con el paso "definitivo": la atonalidad, el serialismo y... lo que viniera después.

Fue la casualidad la que me presentó la música de Berg. En plena efervescencia bartokiana compré una grabación de El castillo de Barbazul (firmada por Antal Dorati) que como complemento llevaba una obra de Berg: las tres piezas de Wozzeck. Me gustó y me enganchó, así que de ahí a conseguir una grabación de esta emotiva obra, su Concierto para violín, fue un paso.

Se dice que Berg es el más "comunicativo" de los Tres de la Segunda Escuela de Viena (los otros son Schoenberg y Webern, en el caso improbable de que alguien no lo sepa), un romántico hasta el final, que aplica las normas de su maestro de una manera que muchas veces nos sirve de ejemplo para demostrar que más que ruptura estos señores llegaron a su lenguaje por la vía de la evolución.

Este concierto, subtitulado "A la memoria de un ángel", fue la última obra que completó Berg antes de su muerte en 1935. El motivo que lo inspiró fue la muerte de Manon Gropius, hija de Walter y Alma Gropius (la viuda de Mahler), a los 18 años de edad. Berg interrumpió la composición de su ópera Lulu para emprender el trabajo en el concierto y no vivió para completar su segunda obra para la escena. El estreno tuvo lugar en Barcelona cuatro meses después de la muerte de Berg y sólo tres antes del estallido de la guerra civil española y estuvo a cargo del violinista que lo encargó, el norteamericano Louis Krasner.

Acompañan a esta clásica grabación de Perlman y Ozawa otras dos obras: el Concierto para violín en re mayor de Stravinsky, obra de 1931 escrita para el violinista Samuel Dushkin y que es uno de los puntos culminantes de su periodo neoclásico y, aunque no aparece en la cubierta, Tzigane, de Ravel (en este caso con la Filarmónica de Nueva York y Zubin Mehta), un típico arabesco exótico de los que tanto gustaban al compositor francés.

(Dedico este texto a mi estimado contertulio Singer, que sé que es un apasionado de esta obra)

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