Johann Strauss (hijo) no fue el creador del vals, pero sí quien lo llevó de las cabañas de los campesinos austriacos a la gran sala de conciertos. Pero antes pasó por el tamiz de su padre y de Joseph Lanner, quienes en el primer tercio del siglo XIX tomaron esas danzas, más bien vulgares, de la Alta Austria, el sur de Alemania y Estiria, y las convirtieron en una música de baile un poco más sofisticada. Strauss hijo la la llevó mucho más lejos y lo transformó en una pieza que perfectamente se podía presentar en una sala de conciertos aunque su fundamento era reinar en los salones de baile de la corte. Con él alcanzaron quizá su máxima expresión, con introducciones que son pequeños poemas sinfónicos. Hoy os traigo un ejemplo muy conocido que viene bastante a cuento. Se trata de los Cuentos de los bosques de Viena, en cuyo principio (y al final) suena un instrumento tradicional: la cítara. En la versión que os traigo la tañe Anton Karas, que será conocido por los cinéfilos al ser quien la interpreta en la inquietante banda sonora de El tercer hombre. Por otro lado, tenemos a la Filarmónica de Viena dirigida por Willi Boskovsky, quien fue su concertino durante muchos años, además del director del mítico Concierto de Año Nuevo desde 1954 hasta 1979.
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