30.12.24

Costumbres de fin de año: Johann Strauss (hijo) y Beethoven


Última entrada del año... En ella me voy a repetir, uno de mis muchos defectos, pues voy a hablar de mis costumbres musicales del día de Nochevieja. Son solo dos y muy poco originales, como podréis comprobar si tenéis la amabilidad de segir leyendo.

Primera costumbre: escuchar Die Fledermaus, de Johann Strauss (hijo)

Y esto lo he copiado de los vieneses, que, al parecer, tienen como acendrada tradición asistir a una representación de esta divertida opereta del rey del vals, de quien al día siguiente, 1 de enero, tendremos una especie de empacho con el también tradicional Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena (además, en 2025 se cumplirá el bicentenario de su nacimiento). Os traigo hoy el vals Du und Du, elaborado a partir de melodías de esta obra.


Segunda costumbre: que la última pieza que escuche sea la Novena de Beethoven

Tampoco es muy original, pues parece ser que la Filarmónica de Berlín también hace lo mismo. No me parece mal terminar la última entrada de este año con esta obra, cuando se han cumplido los doscientos años de su estreño. Aprovecho para desearos una muy feliz entrada y salida de año y que 2025 venga cargado de buenas cosas. Ojalá.


23.12.24

Honegger: "Une cantate de Noël"

Bruckner llega al cielo; silueta de Otto Böhler

Quienes tengáis la paciencia de seguir estas páginas, sabréis que muchas veces, cuando llegan estas fechas, me repito y traigo por aquí la que sin duda es mi página musical navideña favorita, la Cantate de Noël, de Arthur Honegger. Este año no va a ser una excepción. Es una obra que me emociona especialmente, pues en ella veo cómo se va de la oscuridad a la luz, de una música casi tenebrosa hasta la alegría navideña, que culmina cuando surge el célebre Noche de paz. Este año, además, a esa emoción se va a unir la de una gran pérdida que he sufrido, la de mi padre, que se nos fue hace unos días, Por eso he encabezado esta entrada con la célebre silueta de Böhler que muestra a Bruckner (uno de mis homenajeados este año, en el que se han cumplido 200 de su nacimiento) llegando al cielo y siendo recibido por grandes músicos como Listz, Wagner, Beethoven, Schumann o Mozart y rodeados de querubines, todo mientras Bach toca el órgano. Aquí os la dejo. Disfrutadla y emocionaos, como yo lo he hecho.


 

16.12.24

Bruckner: Salmo 150

Sabido es que Bruckner era un ferviente católico, con lo cual, además de sus sinfonías, que tal vez es el legado más importante que nos dejó, también compuso importantes obras religiosas. Hoy os traigo una de ellas, el Salmo 150, que escribió en 1892 y que hay quien ha comparado (Robert Simpson, en el comentario sobre la grabación que he incluido en esta entrada), en su comienzo, con el movimiento final de una sinfonía coral (esa que, por desgracia, no compuso). Es una obra breve, densa, concentrada, magnífica. Y os la traigo en una versión maravillosa. Que la disfrutéis.



2.12.24

Bruckner: Sinfonía n.º 9 en re menor


Siguiendo con su costumbre, Bruckner empezó a trabajar en la que sería su última sinfonía pocos días después de terminar con la Octava (o, al menos, eso el creía). Esto fue en septiembre de 1887 y la pieza lo ocuparía hasta su muerte, que le sobrevino el 11 de octubre de 1896. Bien es cierto que al poco de empezar se puso a revisar la Octava tras el rechazo de Hermann Levi y después de terminar esa tarea emprendió la misma con otras de sus sinfonías, como la Tercera, la Primera, la Segunda y también con la Misa en fa menor. Además, compuso obras nuevas, como Helgoland o el Te Deum, que lo mantuvieron ocupado, de modo que a su muerte la Novena quedó inconclusa, con solo sus tres primeros movimientos terminados. Bruckner dejó unos doscientos folios de material para el último movimiento, con algunos pasajes casi concluidos y otros en un mero apunte, lo cual ha hecho que haya habido musicólogos que se han atrevido a "terminar" la obra. Yo tengo una grabación de una de las más aceptadas y, la verdad, me quedo con la versión en tres movimientos de esta obra colosal, cuyo autor quiso dedicar nada menos que a Dios.

Como en tantas otras ocasiones, el estreno de la pieza tuvo como protagonista una versión horriblemente mutilada por Ferdinand Löwe, quien además se encargó de dirigir el engendro el 11 de febrero de 1903. Hubo que esperar casi treinta años, hasta el 2 de abril de 1932, para escuchar lo que realmente nos quiso decir el autor, y ello fue gracias al director y compositor austriaco Siegmund von Hausseger (1872-1948), por lo cual su retrato encabeza esta entrada. Aquí os la dejo, en la tremenda versión de Furtwängler con la Filarmónica de Viena de octubre de 1944.