26.8.24

Bruckner: Sinfonía n.º 4 "Romántica"

Busto de Bruckner en Linz
(Foto CC BY-SA Manfred Werner, Tsui)

Bruckner empezó a trabajar en su Cuarta Sinfonía apenas unos días después de haber concluido la Tercera. Esto fue a comienzos de 1874; en noviembre había terminado la primera versión. La primera de muchas; esta, que quizá sea una de las piezas más conocidas del compositor (y que es recomendada por algunos como una de las mejores muestras para entrar en su música), sufrió numerosos retoques y revisiones, como ya sabemos que era habitual. En primera instancia el causante fue nuestro ya conocido Otto Dessoff (véase el texto dedicado a la Sinfonía n.º "0"), quien, tras ensayarla con la Filarmónica de Viena la rechazó diciendo que solo el primer movimiento era ejecutable. Bruckner revisó la obra en 1878-79 y de nuevo en 1880 y por fin se estrenó al año siguiente, bajo la dirección de Hans Richter. Sin embargo, ahí no quedó la cosa y aún en 1889 hubo una nueva revisión hecha para la publicación de la obra. Hoy en día solo se consideran tres versiones, una vez eliminadas las adiciones hechas por las terribles "manos amigas": la original, la de 1878-79 (que incluyó un final alternativo conocido como Volkfest) y la de 1880. Hasta que Robert Haas no publicó su edición de la partitura en 1936 no se supo qué quería decir Bruckner en realidad (la edición Nowak, de 1953, es casi idéntica). Aquí la tenéis, dirigida nada menos que por Sergiu Celibidache al frente de la Filarmónica de Múnich.



12.8.24

Puccini: "Tosca"

Victorien Sardou (1831-1908), autor de La Tosca

La siguiente ópera de Puccini, Tosca, se estrenó en Roma el 14 de enero de 1900, pero la idea para crearla vino mucho antes. Está basada en una obra teatral francesa, en concreto del parisino Victorien Sardou, quien estrenó La Tosca en 1887. Dos años después la conoció Puccini, cuando aún andaba enredado con Manon Lescaut. Hubo una serie de problemas legales, pues Sardou cambió el contrato (para adaptar su pieza como ópera) de Ricordi a otro editor y hubo que hacer alguna que otra virguería para que Puccini lo recuperase y se pudiera poner a trabajar en la la historia de la la célebre cantante Floria Tosca, su amante Mario Cavaradossi -pintor librepensador, hijo de la Revolución Francesa-, y el malvado barón Vitellio Scarpia, jefe de policía y representante de las fuerzas retrógradas, todo en la Roma papal de 1800. El resultado, que de nuevo contó con Giacosa e Illica como libretistas, es una obra magnífica, audaz desde el punto de vista musical, con pasajes inolvidables hasta para el profano: ese "Visi d'arte", esa "Recondita armonia", ese "E lucevan le stelle"... En fin, que aquí la tenéis, con Pavarotti de protagonista. Disfrutadla...