24.5.10

La catástrofe


Tanto tiempo sin actualizar esta bitácora y ahora vuelvo para contar una catástrofe... Bueno, una casi catástrofe, que podía haber sido aún peor. Ya han pasado varias semanas y creo que he conseguido recuperarme...

Tengo mi colección de música en una habitación que es un pequeño dormitorio. El volúmen no sólo de mis discos sino también de mis libros aconsejaba disponer de algún espacio adicional para almacenar cosas. Especialmente libros: últimamente he ampliado bastante mi biblioteca beethoveniana y tengo colocados en "doble fila" libros más que interesantes que deseo poner en un lugar más relevante: la colosal obra de Romain Rolland Las grandes épocas creadoras, tres volúmenes de Cuadernos de conversación en español, la biografía de Schindler, las Notizen de Wegeler y Ries, los recuerdos de Gerhard von Breuning que él tituló Aus dem Schwarzspanierhaus y que en inglés aparecieron como Memoirs of Beethoven, los Beethoven Essays de Solomon, la pequeña biografía de Rolland...

El caso es que me agencié unas estanterías que no iban a desentonar nada con el resto del mobiliaro y, taladradora en mano, me dispuse a colocarlas en la pared. Primer agujero, estupendo. Segundo agujero y... ¡La debacle! La tubería del agua caliente, que inexplicablemente estaba a flor de pared, reventada, un chorro tremendo saliendo y la llave de paso tres pisos más abajo, porque en casa sólo tengo llaves que cierran parcialmente el circuito y ninguna servía para contener la inundación.

Resultado: agua sobre el equipo de música, donde en ese momento sonaba la Missa solemnis dirigida por Giulini, agua sobre la pared de enfrente, sobre los libros, las estanterías; varios libretos de discos echados a perder (aunque sólo uno de ellos totalmente irrecuperable). Esto puede parecer una bobada, mas para un fetichista musical (y los que también lo sean lo comprenderán bien) es la mayor catástrofe que puede ocurrir. Ahora, siempre que abra esos discos y vea esas hojas arrugadas, rotas (especialmente ese ábum de Janáček-Neumann, el mayor damnificado o los de la música de cámara de Fauré, gravemente perjudicados), me acordaré de ese 4 de abril, Domingo de Resurrección, en que la lié parda.