Seguro que cuando a finales de 1976 el compositor polaco Henryk Górecki escribió las últimas notas de su Tercera Sinfonía no se podía imaginar que 16 años después una grabación de su obra entraría en la lista de discos más vendidos, compitiendo con los éxitos del rock y el pop. Los aficionados a la música llamada clásica, tampoco.
Górecki, nacido en 1933, había comenzado como miembro de la vanguardia más rompedora, seguidor del serialismo integral representado, por ejemplo, por Pierre Boulez. Sin embargo fue evolucionando hacia posturas que los vanguardistas radicales califican de "reaccionarias", volviendo a la tonalidad o al menos la modalidad como base de su lenguaje. Precisamente su Sinfonía nº 3, Op. 36, es un claro ejemplo. Muestra de lo que algunos han calificado, muy a pesar de los autores, de "minimalismo religioso" o "minimalismo místico". También muy a pesar del propio Górecki esta obra ha eclipsado totalmente el resto de su producción, que consta de más de 70 piezas de todo tipo.
Bien sabido es que la obra es una sinfonía en tres movimientos, el primero tan largo como los otros dos juntos, todos en tempo lento y con la participación de una soprano que canta un texto mariano del siglo XV, un poema hallado en los muros de una cárcel de la Gestapo escrito por una joven de 18 años y una canción folclórica de la región de Opole. Los tres textos tienen en común el lamento por la separación entre padres e hijos. Precisamente ése es el subtítulo de la obra, Sinfonía de canciones tristes (Symfonia pieśni żałosnych).
Su estreno, en el festival de Royan, el 4 de abril de 1977, fue acogido con indiferencia e incluso rechazo. "Otro neo" pensarían los más radicales. Y el público habitual, acostumbrado más bien a los repertorios trillados, no tuvo interés en una sinfonía contemporánea, por muy alejada de "ruidillos" que estuviese.
Así que la obra vegetó sin pena ni gloria hasta que en 1989 la escuchó en Londres Robert Hurwitz, productor del sello discográfico Electra Nonesuch, que decidió grabarla. En mayo de 1991 metió en los estudios CTS de Londres a la soprano Dawn Upshaw y a la London Sinfonietta, bajo la dirección de David Zinman y registró la sinfonía.
Empezó entonces una campaña de mercadotecnia que, para sorpresa de todo el mundo, llevó el álbum no a la lista de los más vendidos de la música que conocemos como "clásica", sino a competir con los Rolling Stones o con las más conocidas estrellas del pop de aquellos momentos. Desde su lanzamiento, se han vendido más de dos millones de ejemplares de este disco, algo inaudito en este tipo de música. El propio Gorécki no se lo explicaba y decidió permanecer completamente al margen del asunto.
¿Y alguien se lo explica? No. Yo he llegado a leer no recuerdo dónde que el éxito en Gran Bretaña tuvo mucho que ver con la deprimente situación que la política ultraliberal de la señora Thatcher había dejado a muchas de las antiguas regiones industriales del país, otrora pujantes y entonces (1992) plagadas de parados sin futuro (recuérdese el irónico retrato de la película Full Monty). Es la única explicación que alguien se ha atrevido a dar, lo cual no significa que sea buena. A mí la obra no me disgusta, pero tampoco lo entiendo muy bien...
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