Agosto es el mes en que todo parece ir más lento: la gente se va de vacaciones y la tensión habitual parece relajarse. Creo que esto no es más que un tópico, pero está tan arraigado que lo daremos por válido. Por eso voy a dedicar las entradas de este mes a música ligerita, música que se hizo para divertir y no para suscitar cuestiones metafísicas a sus oyentes. Empecemos bien, con Mozart, con su "Broma musical" escrita en 1787 para reírse de los músicos de tercera categoría que se las daban de virtuosos. Trompas desafinadas, violines que quieren subir tan alto que rompen sus cuerdas y unos últimos compases que podría haber firmado cualquier discípulo de Webern. A disfrutar.
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