La costumbre que tenemos de "celebrar" las fechas que suponen algún tipo de número "redondo" me lleva a hablar del gran violinista David Oistrakh, el cual habría cumplido 100 años el próximo 30 de septiembre. Bueno, en realidad nació el 17 de septiembre de 1908 del calendario juliano, que era el vigente entonces en la ciudad de Odessa.
David Fiodorovich Kolker tomó el apellido de su padrastro. Empezó a tomar lecciones de violín a los cinco años con Piotr Stolyarsky; su primer concierto público tuvo lugar en 1914, en un evento que culminó con la graduación de otro gran violinista, Nathan Milstein. Dejó el conservatorio de su ciudad natal en 1926; ya formaba parte de la Orquesta Sinfónica de Odessa. En 1927 Glazunov le invitó a tocar su concierto para violín bajo su dirección en Kiev.
Se presentó en Leningrado en 1928 y en Moscú en 1929, cuando ya se había establecido en la capital de la URSS. Al año siguiente se casó con la pianista Tamara Ivanovna Rotareva, con la que tuvo un solo hijo, Igor, violinista igual que su padre.
Desde su traslado a Moscú Oistrakh comenzó una carrera ascendente que le llevó a ganar diversos premios: el del certamen de Ucrania (1930), el concurso de toda la Unión Soviética (1935) y el concurso Eugène Ysaÿe de Bruselas (1937). Su segundo puesto en el concurso Wieniawski de Varsovia en 1935 (el premio lo ganó Ginette Neveau) causó un cierto escándalo al haber insinuaciones de antisemitismo.
Su triunfo en Bruselas le abrió las puertas de una carrera internacional que se vio truncada por la guerra, durante la cual tocó en los frentes, en la Leningrado sitiada y allí donde se le requería. Por ello se le recompensó en 1942 con el premio Stalin.
Una vez terminada la guerra, recuperó sus contactos con artistas extranjeros (dio con Menuhin el primer concierto de un artista foráneo en Moscú el año 1945); también volvió a sus giras por Occidente (en 1951 se presentó en el Mayo Musical de Florencia, en 1953 en Francia, en 1954 en el Reino Unido y en 1955 en Estados Unidos; en 1958 tocó ante la Asamblea General de la ONU en un concierto con Pau Casals y Yehudi Menuhin). En 1958 hizo sus primeros pinitos como director, algo que no realizó en público hasta cuatro años después. 1968 fue un año memorable para él, pues recibió un sinfín de homenajes en su 60º cumpleaños. A pesar de haber sufrido un ataque al corazón en 1964 no disminuyó su ritmo de trabajo, lo cual le llevó a su repentina y temprana muerte, acaecida en Amsterdam el 23 de octubre de 1974.
Además de gran concertista, Ositrakh siempre se interesó en la música de cámara; de la época de la guerra data su relación con el pianista Lev Oborin y el violonchelista Stanislav Knushevitzky, aunque también formó un cuarteto con piano y otro de cuerda; en 1967 empezó a actuar con Sviatoslav Richter en la interpretación de sonatas y otras piezas para violín y piano.
También mantuvo cordiales relaciones con algunos de los compositores soviéticos más importantes, que le dedicaron algunas obras. Estrenó, por ejemplo, el concierto para violín de Khachaturian en 1940, Shostakovich escribió para él sus dos conciertos y su sonata y arregló para violín y piano la sonata para flauta de Prokófiev, con el consentimiento del autor, que fue su amigo y contrincante en alguna célebre partida de ajedrez.
Este gran violinista, que como señala el Grove tiene la peculiaridad de haber escapado en un principio de la omnipresente influencia de Leopold Auer en la escuela rusa al haberse formado en Odessa, aunque su arte se desarrolló en Moscú, recibió en vida numerosos honores y reconocimientos; además del ya citado premio Stalin, en 1954 se le nombró Artista del Pueblo de la URSS, en 1960 se le concedió el premio Lenin y fue homenajeado por la Royal Academy of Music de Londres y el Conservatorio de Santa Cecilia de Roma.
A decir de los expertos, Oistrakh dio lo mejor de sí mismo entre 1940 y 1960. Desde entonces, en palabras de Tully Potter, "a medida que su achaparrada figura se hacía más gruesa, su forma de hacer música se hacía más pesada y sus tempi más lentos". Potter también indica que era un "hombre Stradivarius", que nunca buscó la mayor brillantez de un Guarneri del Gesù. Sus instrumentos fueron, desde 1937 hasta comienzos de la década de 1960 el Stradivarius "Yusupov" (1671, robado en 1996), después el "Fontana" (1702, hoy prestado a Massimo Quarta) y el "Marsick" (1705). Su viola era una Guarneri.
Desde 1934 fue profesor del Conservatorio de Moscú y se le recuerda como uno de los mejores pedagogos del violín en el siglo XX; entre sus alumnos están su hijo Igor o Valery Klimov.
(Notas escritas a partir del artículo dedicado a Oistrakh en el New Grove y los comentarios de Tully Potter en la grabación de la Sinfonía española de Lalo y el Concierto nº 2 de Prokófiev editados por el sello Testament).
21.1.08
11.1.08
Los discos de la isla desierta: el "legado" de Furtwängler
Das Vermächtnis - Wilhelm Furtwängler
Deutsche Grammophon 439 832-2
Grabado en 1942-54 (8 discos)
Incluye obras de Haydn, Mozart, Beethoven, Schumann, Schubert, Brahms, Bruckner, Wagner, R. Strauss y Furtwängler, además de extractos de conferencias y entrevistas.
Quiero comenzar bien el año, con un ábum (dos en realidad, porque viene en dos cajas de 4 discos compactos cada una) que para mí supuso no una primera vez, sino muchas.
Fue la primera vez que me compraba una grabación de Furtwängler; fue la primera vez que me compraba una grabación de las llamadas "históricas", y fue la primera vez que compraba en la tienda Zweitausendeins, una especie de "Círculo de lectores" alemán para quien Deutsche Grammophon editó en exclusiva estos álbumes. (Prometo dedicar un próximo mensaje a las tiendas de música en Internet, que me conozco unas cuantas).
He de confesar que me quedé encandilado, y en los más de cinco años transcurridos desde esta adquisición nunca he dejado de volver a estos discos. Cierto es que a unos más que a otros; por ejemplo, la Quinta de Beethoven que incluye el segundo disco es, de lejos, mi favorita. Fue lo primero que escuché. El sonido no era perfecto: a su antigüedad (es una grabación del 27 de mayo de 1947, del segundo concierto que dirigió Furtwängler en Berlín tras su proceso de "desnazificación") se une el ser una grabación en vivo, en la que no se pueden esconder las imperfecciones. ¡Y qué maravilla de imperfecciones!
Siempre suelo utilizar la Quinta como calibre cuando adquiero una grabación completa de las sinfonías. Hay dos pasajes en los que me fijo especialmente: los tres acordes en forte de los compases 19-21 y la célebre cadencia del oboe del compás 268. En el primer pasaje no hay más que silencios de negra entre los acordes, también de negra. Furtwängler los alarga dando un carácter dramático a ese final de la celebérrima primera frase de la obra. En el segundo, marcado Adagio, alarga también casi hasta el infinito los dos calderones del compás. Prácticas que en el mundo de purismo que hoy en día se vive parecen "desfasadas", pero que para mí hacen que ésta sea la primera entre las muchas versiones de esta obra de las que dispongo.
Pero no sólo hay que destacar esta grabación; del mismo concierto hay una tensa y dramática obertura Egmont (¿dónde estará la Sexta que lo complementaba?) y otras grabaciones yo diría que "imprescindibles" son la Cuarta de Schumann de estudio (14 de mayo de 1953) o la Primera de Brahms del memorable concierto del 10 de febrero de 1952 (del que también se incluye una magnífica Inacabada de Schubert).
En definitiva, que en mi isla nunca podrían faltar estos álbumes que sólo se pueden conseguir en la tienda citada, si bien las grabaciones han aparecido en otros muchos formatos y publicaciones discográficas.
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