2.12.24

Bruckner: Sinfonía n.º 9 en re menor


Siguiendo con su costumbre, Bruckner empezó a trabajar en la que sería su última sinfonía pocos días después de terminar con la Octava (o, al menos, eso el creía). Esto fue en septiembre de 1887 y la pieza lo ocuparía hasta su muerte, que le sobrevino el 11 de octubre de 1896. Bien es cierto que al poco de empezar se puso a revisar la Octava tras el rechazo de Hermann Levi y después de terminar esa tarea emprendió la misma con otras de sus sinfonías, como la Tercera, la Primera, la Segunda y también con la Misa en fa menor. Además, compuso obras nuevas, como Helgoland o el Te Deum, que lo mantuvieron ocupado, de modo que a su muerte la Novena quedó inconclusa, con solo sus tres primeros movimientos terminados. Bruckner dejó unos doscientos folios de material para el último movimiento, con algunos pasajes casi concluidos y otros en un mero apunte, lo cual ha hecho que haya habido musicólogos que se han atrevido a "terminar" la obra. Yo tengo una grabación de una de las más aceptadas y, la verdad, me quedo con la versión en tres movimientos de esta obra colosal, cuyo autor quiso dedicar nada menos que a Dios.

Como en tantas otras ocasiones, el estreno de la pieza tuvo como protagonista una versión horriblemente mutilada por Ferdinand Löwe, quien además se encargó de dirigir el engendro el 11 de febrero de 1903. Hubo que esperar casi treinta años, hasta el 2 de abril de 1932, para escuchar lo que realmente nos quiso decir el autor, y ello fue gracias al director y compositor austriaco Siegmund von Hausseger (1872-1948), por lo cual su retrato encabeza esta entrada. Aquí os la dejo, en la tremenda versión de Furtwängler con la Filarmónica de Viena de octubre de 1944.