2.12.24

Bruckner: Sinfonía n.º 9 en re menor


Siguiendo con su costumbre, Bruckner empezó a trabajar en la que sería su última sinfonía pocos días después de terminar con la Octava (o, al menos, eso el creía). Esto fue en septiembre de 1887 y la pieza lo ocuparía hasta su muerte, que le sobrevino el 11 de octubre de 1896. Bien es cierto que al poco de empezar se puso a revisar la Octava tras el rechazo de Hermann Levi y después de terminar esa tarea emprendió la misma con otras de sus sinfonías, como la Tercera, la Primera, la Segunda y también con la Misa en fa menor. Además, compuso obras nuevas, como Helgoland o el Te Deum, que lo mantuvieron ocupado, de modo que a su muerte la Novena quedó inconclusa, con solo sus tres primeros movimientos terminados. Bruckner dejó unos doscientos folios de material para el último movimiento, con algunos pasajes casi concluidos y otros en un mero apunte, lo cual ha hecho que haya habido musicólogos que se han atrevido a "terminar" la obra. Yo tengo una grabación de una de las más aceptadas y, la verdad, me quedo con la versión en tres movimientos de esta obra colosal, cuyo autor quiso dedicar nada menos que a Dios.

Como en tantas otras ocasiones, el estreno de la pieza tuvo como protagonista una versión horriblemente mutilada por Ferdinand Löwe, quien además se encargó de dirigir el engendro el 11 de febrero de 1903. Hubo que esperar casi treinta años, hasta el 2 de abril de 1932, para escuchar lo que realmente nos quiso decir el autor, y ello fue gracias al director y compositor austriaco Siegmund von Hausseger (1872-1948), por lo cual su retrato encabeza esta entrada. Aquí os la dejo, en la tremenda versión de Furtwängler con la Filarmónica de Viena de octubre de 1944.


25.11.24

Puccini: "Turandot"

Puccini y Arturo Toscanini (c. 1900)

Siempre muy exigente a la hora de elegir sus libretos, como ya sabemos, Puccini empezó a pensar en el de la que sería su última ópera en el verano de 1920. Fue uno de los dos futuros libretistas de la pieza, Renato Simoni, quien le habló de la obra teatral Turandotte, del dramaturgo del siglo XVIII Carlo Gozzi. Junto con Giuseppe Adami trabajó en el texto, que entregaron al compositor a mediados de 1922. De inmediato se puso manos a la obra, y a comienzos de 1924 tenía completados los dos primeros actos, pero con el tercero tenía algunas dudas correspondientes al dúo final... Que precisamente quedó inconcluso. Puccini padecía un cáncer de cuya gravedad no era consciente; tanto era así que cuando marchó a Bruselas para someterse a un tratamiento que casi era a la desesperada creía que sin problemas, a la vuelta, concluiría la obra. No fue así. Murió en la capital belga el 29 de noviembre de 1924 dejando sin terminar el final de la primera escena y la segunda escena del tercer acto. Se encomendó a Franco Alfano que las concluyera, siguiendo las notas de Puccini, pero es evidente que ni pretendió imitar el audaz lenguaje que había usado ni seguro que se sintió capaz de siquiera intentarlo. Fue Arturo Toscanini quien se encargó de estrenar la obra el 25 de abril de 1926. En esa velada, cuando llegó a las últimas notas escritas por Puccini, se detuvo, se volvió hacia el público y dijo: "Aquí acaba la ópera, porque en este punto murió el Maestro".

A pesar de ese final que no cuadra con el resto, nos encontramos con una verdadera obra maestra y he de confesar que es la que más escucho de todas las óperas de Puccini. Aquí os la dejo para que la disfrutéis.

18.11.24

Bruckner: Sinfonía n.º 8 en do menor

Hans Richter (1843-1916), que dirigió el estreno de esta obra
(Foto de Herbert Rose Barraud, c. 1880)

Dado que no pudo acabar la Novena (de la que hablaremos en su momento), podríamos considerar la Octava Sinfonía de Bruckner como el punto culminante del ciclo, la pieza con la que logró sublimar todo su pensamiento sinfónico, uno de los hitos de este género en el que algunos dieron en llamar "el siglo de la gran sinfonía", que, a mi parecer, comienza con la Heroica de Beethoven en 1803 y tal vez llegue a su cúspide con la Octava de Mahler en 1907.

Bruckner trabajó en su Octava sinfonía entre 1884 y 1887. En septiembre del último año citado mandó la partitura al director Hermann Levi, en cuyo criterio nuestro compositor confiaba casi ciegamente. La opinión negativa de Levi lo llevó a sufrir un ataque de nervios y de inmediato empezó a revisar la partitura. Finalmente se estrenó en Viena el 18 de diciembre de 1892, bajo la dirección no de Levi, sino de Hans Richter y con una dedicatoria al emperador Francisco José I.

Siempre se ha hablado sobre el supuesto "provincianismo" de Bruckner, muchas veces junto a una especie de "asombro" porque alguien tan (digámoslo sin ambages) paleto hubiese hecho cosas tan sublimes. Tal vez esta forma de ver las cosas llegue a su cénit en el texto que Richard Osborne escribió para la grabación que en 1975 realizó Karajan de esta pieza. Os cuento algunas lindezas. Primero habla de los comentarios que hizo Josef Schalk (uno de los villanos de esta historia, como sabréis si habéis leído alguna otra de estas entradas), que "hubo de acudir" al Prometeo de Esquilo para analizar lo que decía la sinfonía, unas analogías que -sigo citando textualmente- eran "mejores que las del propio Bruckner". Es decir, tenía que venir alguien a decirle a Bruckner en qué se había inspirado... Habla después de que el scherzo de la obra se "resintió" de que Bruckner asociara la música con el "deustche Michel", una suerte de arquetipo de campesino. Por supuesto, de nuevo hubo quien tuvo más claro que el propio compositor de dónde había sacado la idea. Y, para no enrollarme demasiado, terminemos con el comienzo del finale, que, según el comentarista, Bruckner "ingenuamente describió como cosacos al galope". Sin duda los esclarecidos críticos encontrarían otro elemento que el pobre compositor no supo expresar... En fin...

Hay tres versiones hoy en día de esta obra. La original de 1887, editada por Leopold Nowak en 1972, la que es una mezcla de las versiones de 1887 y 1890, editada por Robert Haas en 1939 y la versión de 1890, editada por Nowak en 1955. Aquí tenéis un ejemplo de la tercera, dirigida por Celibidache, que siempre es una garantía.


11.11.24

Puccini: "Il trittico"

Giulio Ricordi (1840-1912)

Ya en 1904 había tenido Puccini la idea de escribir tres óperas en un acto para que se representasen en la misma velada. Fue la oposición de su entonces editor, Giulio Ricordi, lo que retrasó el proyecto hasta después de su muerte, en 1912. El problema, como tantas otras veces, fue encontrar la historia ideal (o las historias ideales) para convertirla en un libreto. En el caso de la primera ópera del tríptico, Il tabarro, fue, como muchas otras veces, una obra de teatro, en este caso de Didier Gold, Le houppelande, la cual adaptó Giuseppe Adami; se trata de una sórdida historia de celos que acaba en asesinato. La segunda, Suor Angelica, es un drama conventual solo para voces femeninas cuyo libretista, Giovacchino Forzano, elaboró a partir de diversas fuentes en las que se ponían frente a frente la sensualidad y la vocación religiosa. También hay quien dice que el suicidio de su sirvienta Doria Manfredi, tras las acusaciones de la esposa de Puccini de que tenía una relación con ella pudo haber infuido, sobre todo cuando, tras la autopsia, se descubrió que la joven en realidad era virgen.

Pero sin duda la más exitosa de las tres piezas es la tercera, Gianni Schicchi, una ópera bufa cuyo texto también es obra de Forzano y que se basa en un episodio de la Divina Comedia de Dante (en el canto XXX del Infierno). Tan exitosa que muchas veces se ha interpretado olvidándose de las dos anteriores, algo que sin duda no hubiese gustado demasiado a su autor.

Il trittico se estrenó en el Met de Nueva York el 14 de diciembre de 1918. Tres óperas en una: una dramática-trágica, otra sentimental y otra bufa. Aquí os las dejo, en una representación de la Ópera de San Francisco.

4.11.24

Bruckner: Sinfonía n.º 7 en mi mayor

Eduard Hanslick (1825-1904)
Némesis de Wagner y también de Bruckner

No tardó mucho Bruckner en ponerse a trabajar en su Séptima sinfonía una vez concluida la Sexta. Comenzó en los primeros días del otoño de 1881 y lo mantuvo ocupado durante los dos años siguientes. En esta época vivió la que sin duda fue una de las experiencias más excitantes de su vida: en 1882 asistió a la primera representación de Parsifal en Bayreuth y se encontró por última vez con su idolatrado Wagner. La muerte del genio de Leipzig influyó en el discurrir de la sinfonía, ya que su Adagio se compuso pensando en que tal hecho sería inminente y, cuando se produjo, en febrero de 1883, Bruckner culminó ese segundo movimiento en consonancia con tal acontecimiento. No es de extrañar que cuando acabó la pieza, no se plantease su estreno en Viena, donde Eduard Hanslick seguía ejerciendo su tiranía antiwagneriana que también salpicó a nuestro compositor. El estreno de la obra tuvo lugar en Leipzig, el 30 de diciembre de 1884, bajo la dirección de Arthur Nikisch. Mal que le pesase a Hanslick y sus acólitos, esto supuso la consagración de Bruckner como sinfonista. Después de ese éxito (el aplauso al terminar duró quince minutos), en Viena recapacitaron y la Filarmónica pidió interpretar la obra. El compositor primero lo rechazó, pero acabó aceptando y, a pesar de los reparos de Hanslick, el éxito se repitió, tanto que tuvo que salir a saludar reitreradas veces después de la conclusión de cada movimiento y se celebró una cena en su honor. En fin... Aquí os la traigo al mando de otro de los grandes directores brucknerianos, Günter Wand. Disfrutadla.


28.10.24

Más aniversarios: Richard Strauss y David Oistrakh

 




Abro un nuevo paréntesis en el homenaje a Bruckner y Puccini para celebrar a otros dos grandes nombres de la música que me gusta de quienes este año de 2024 se celebra un aniversario más o menos redondo. Se trata de Richard Strauss, de quien el pasado 9 de septiembre se cumplieron 75 años de su muerte, y de David Oistrakh, que se marchó de este mundo un 24 de octubre de hace cincuenta años.

Strauss, ¿el maldito?

De Richard Strauss muchas veces se habla más mal que bien. Ya no solo por su ambigua relación con el nazismo (ambigua solo en la superficie; sí, es cierto que se quedó en la Alemania de Hitler, pero siguió, al menos en principio, trabajando con libretistas judíos como Stefan Zweig y su propia nuera también era judía), sino por su supuesto conservadurismo, su "vuelta atrás" después de dos obras maestras como Salome y Elektra para componer ese divertimento vienés llamado El caballero de la rosa... Incluso de una maravilla como las Cuatro últimas canciones he llegado a leer que su principal defecto es "estar compuestas con cincuenta años de retraso". En fin, estamos ante un compositor colosal, que también defendió en su momento las vanguardias aunque luego no formase parte de ellas y que tiene una música más que disfrutable, a veces vulgar -en apariencia- pero siempre brillante y magnífica. Os dejo aquí precisamente esa maravilla que son las Cuatro últimas canciones, en una excelente versión.


David Oistrakh, siempre decadente

Es curioso, porque en muchas grabaciones de las que tengo protagonizadas por este gran violonista de origen ucraniano (nació en Odessa en 1908) se dice que no está en su mejor momento. Incluso hay quien se permite la frivolidad de decir que "su barriga creció al mismo ritmo que su decadencia". Ni caso. Estamos ante uno de los mejores violinistas del siglo XX, que nos ha dejado auténticas maravillas, como la que os pongo a continuación, un arreglo del sublime Clair de lune de Debussy. Puro décadentisme. Disfrutadlo.

21.10.24

Puccini: Preludio del acto tercero de "La rondine"

El Carltheater de Viena, hacia 1906

Llego a La rondine, la siguiente obra de Puccini, que es precisamente una de las que no conozco y jamás he escuchado. Lo cierto es que es algo diferente a las demás, una opereta encargada en Viena por los empresarios del Carltheater y por la que ofrecieron unos generosos honorarios. Después de La fanciulla del West Puccini no sintió la necesidad imperiosa de ponerse de nuevo a trabajar en nuevos proyectos; a esto se unió la muerte de Giulio Ricordi en 1912, lo cual supuso la ruptura de nuesto compositor con esa empresa.

La historia de La rondine, original de Alfred Maria Willner y Heinz Reichter, fue convertida en un libreto adecuado para Puccini por Giuseppe Adami y en realidad no se estrenó en Viena, algo quizá lógico por los tiempos de guerra, sino en Monte Carlo, el 27 de marzo de 1917. Tampoco es que sea un disparate, ya que al parecer su trama se desarrolla precisamente en la Costa Azul.

Como os digo, no la conocía, así que no la traigo entera. Aquí tenéis el preludio del acto tercero.


 

14.10.24

Bruckner: Sinfonía n.º 6 en la mayor

August Göllerich, hacia 1900 (1859-1923)

La Sexta Sinfonía de Bruckner es una de las menos problemáticas en cuanto a versiones y ediciones, lo cual no quiere decir que no sufriera lo suyo en su momento. El maestro la escribió entre septiembre de 1879 y septiembre de 1881 y no la sometió a revisión alguna. Cierto que tampoco la pudo escuchar completa en vida. Aunque al año siguiente de su conclusión se empezó a ensayar y la Filarmónica de Viena interpretó el Adagio y el Scherzo en un concierto que tuvo lugar en febrero de 1883, la primera vez que se ofreció completa fue en 1899, en una versión tan modificada que la hacía irreconocible (y ello a pesar de que la dirigió nada más y nada menos que Gustav Mahler). Fue su discípulo y paisano Agust Göllerich (que por eso encabeza esta entrada) quien por fin la dio a conocer tal y como la concibió su autor el 13 de diciembre de 1901. Se trata de una obra más breve y concisa que sus predecesoras; os la ofrezco interpretada por uno de los brucknerianos más reconocidos, Sergiu Celibidache.

(Datos tomados del comentario sobre la obra incluido en la grabación de Otto Klemperer y la Nueva Philharmonia en EMI, cuyo autor es Peter Branscombe)

 

7.10.24

1934: El "annus horribilis" de la música británica

De izquierda a derecha, Edward Elgar, Gustav Holst y Frederick Delius

Voy a hacer un pequeño paréntesis en el homenaje a Puccini y Bruckner en el año de sus centenarios para referirme a lo que alguno llamó el annus horribilis de la música británica, del que se cumplen 90 (no es un aniversario redondo, ya, pero bueno...) Se trata de 1934; entre febrero y junio de ese año desaparecieron las tres figuras más importantes que había dado aquel país desde Purcell. Os voy a traer algunos ejemplos de su música.

Elgar: el de las Variaciones "Enigma"

Edward Elgar, nacido cerca de Worcester en junio de 1857, fue el que primero empezó a descollar en un país en el que, como ya he dicho, no había surgido un músico de mérito desde finales del siglo XVII (hagamos excepción de Händel, de quien se han apropiado los británicos aunque era alemán). Lo más conocido de Elgar son sus Variaciones Enigma y algunas de sus marchas de Pompa y circunstancia, pero hoy os quiero traer alguna cosa menos trillada. También compuso oratorios profanos (Caractacus, El sueño de Geroncio) en una época en la que la ópera, en su país, era italiana o no era, así como música de cámara. Aquí tenéis su Cuarteto de cuerda, una pieza de 1918 escrita en un breve momento de lucidez tras la depresión que supuso la guerra mundial. Elgar murió en Worcester el 23 de febrero del año fatídico de 1934.


Holst: el de Los planetas

De Gustav Holst no hace mucho que hablé por aquí, ya que en este año además se conmemora el sesquicentenario de su nacimiento (que tuvo lugar en Cheltenham en septiembre de 1874). Ya entonces comenté que parece que no hubiese compuesto algo que no sea Los planetas, su celebérrima suite orquestal y os presenté otra obra. Hoy haré lo mismo y os traigo Egdon Heath, una pieza de 1927 que el propio Holst consideraba como la mejor de sus obras; a ver qué opináis. Holst se marchó de este mundo en Londres, el 25 de mayo de 1934.


Delius: el de...

Frederick Delius quizá sea consdierado británico (nació en Yorkshire en enero de 1862), pero por su origen (alemán) y por sus numerosos viajes y su poco arraigo por ningún sitio tal vez sea la mejor definición de "ciudadano del mundo" (otros, quizá más pesimistas, lo llamarían "apátrida"). De él no he destacado ninguna obra porque no tiene, como los otros dos, una que lo defina entre el gran público. (Yo solo conozco catorce de sus composiciones). No sé si será la más célebre para quienes sean más entendidos que yo, pero de todas las que he escuchado es la que más me ha gustado; tanto, que incluso me hace echar alguna lagrimilla. Hoy os traigo Appalachia, una obra de 1902 que es un conjunto de variaciones para orquesta y voz sobre un viejo canto de esclavos, inspirada por su estancia en Florida siendo joven. Delius murió en la localidad francesa de Grez-sur-Loing el 10 de junio de 1934.


23.9.24

Puccini: "La fanciulla del West"

Imagen del estreno de La fanciulla del West en el Met, el 10 de diciembre de 1910

Giovanni Giacosa murió en 1906, y la colaboración con Luigi Illica llegó a su fin cuando Puccini rechazó un proyecto sobre María Antonieta que le había ofrecido el libretista de sus anteriores óperas. Así que no le quedó otra que hollar nuevos caminos. Desde la conclusión de su anterior obra, Puccini había estado a la búsqueda de asuntos buceando en la obra de escritores tan importantes como Kipling, Tolstoi o incluso Gabrielle d'Annunzio, con quien, para algunos, se habría logrado una suerte de culmen de la cultura italiana, a pesar de que los mundos de compositor y literato eran prácticamente opuestos.

Finalmente, se decidió por otra obra del dramaturgo norteamericano David Belasco, el mismo autor en el que se había inspirado para su ópera anterior, esta vez trasladando el escenario desde Japón hasta el Lejano Oeste. Puccini se basó en The Girl of the Golden West para su siguiente ópera, en la que contó con Guelfo Civinini y Carlo Zangarini para un libreto cuya dramaturgia en realidad controló él. La pieza se estrenó en el Met de Nueva York el 10 de diciembre de 1910, con Enrico Caruso, Emmy Destinn y Pasquale Amato asumiendo los papeles principales y con la dirección de Arturo Toscanini. Fue un rotundo éxito, tanto musical como económico. He de confesar que no es de las obras de Puccini que más escuche. Aquí os la dejo, para que la catéis.


 

16.9.24

Bruckner: Sinfonía n.º 5 en si bemol mayor

Karl von Stremayr (1823-1904), a quien está dedicada esta sinfonía

En noviembre de 1875 Bruckner asumió el puesto de profesor de armonía y contrapunto en la Universidad de Viena, a pesar de la oposición de, entre otros, el influyente y acérrimo crítico antiwagneriano Eduard Hanslick, que dijo de él cosas como que "se puede ver que el señor Bruckner no tiene muy clara la materia que se propone enseñar, aunque sí tiene bastante clara la razón por la que el ministerio crea una cátedra de música para él, esto es, que el señor Bruckner se pueda dedicar a la composición sin que nadie lo perturbe". Unos meses antes, en febrero, había comenzado la composición de su Quinta Sinfonía, una obra con la que quiso lograr el respeto de quienes habían dicho de él auténticas barbaridades como la anterior y otras. Brahms, por ejemplo, habló de un engaño que en pocos años se olvidaría, mientras que Hans von Bülow mencionó "estupideces antimusicales" y la "música de un borracho". Por su parte, Bruckner presentó su Quinta Sinfonía como su obra maestra del contrapunto, con referencias a Bach y Beethoven (en el último movimiento hay un repaso de los tres anteriores semejante al que se hace en la Novena del genio de Bonn, aunque en este caso no es para rechazarlos). Sea como sea, esta tiene que se una de las obras con las que más satisfecho quedó su creador (tras completarla, en mayo de 1876, solo la revisó una vez, en 1877-78). De todos modos, tampoco pudo escucharla mientras vivió, pues solo se interpretó dos veces, una en abril de 1887 (en versión para dos pianos) y otra en abril de 1894, muy mutilada por Josef Schalk (por suerte o por desgracia el compositor estaba demasiado enfermo como para asistir). 

Bruckner se la dedicó a Karl von Stremayr, que era ministro de Cultura y Educación y fue quien le aseguró su puesto en la Universidad de Viena; por eso su retrato encabeza este mensaje. Os la traigo interpretada por uno de los grandes directores brucknerianos, Günter Wand.

(Las citas de Hanslick, Brahms y Büllow las he sacado del comentario de Andreas Kluge que acompaña a la grabación de esta obra por Eugene Ormandy y la Orquesta de Filadelfia publicada por Sony dentro de la colección "Essential Classics".)

9.9.24

Puccini: "Madama Butterfly"

Cartel de Adolfo Hohenstein para Madama Buttefly (1914)

Antes de hablaros de una forma más o menos "erudita" de esta, la sexta ópera de Giacomo Puccini, he de confesar que siempre que la escucho se me queda un mal sabor de boca tremendo y unas ganas terribles de matar a Pinkerton. Ello a pesar de que es una obra que incluye momentos sublimes, no solo el celebérrimo "Un bel dì, vedremo", sino otros como la llegada de Buttefly a la casa que ella espera que sea la de su feliz matrimonio con el degenerado marino americano. Pero bueno, pongámonos en otro plan.

En 1898 el escritor y abogado estadounidense John Luther Long publicó en la revista The Century un cuento titulado Madame Butterfly, basado en la experiencia de su hermana Jennie, casada con un misionero metodista activo en Japón. Dos años después, el dramaturgo David Belasco, también estadounidense, la adaptó como obra de teatro, que se estrenó en Nueva York el 5 de marzo de 1900. Ese mismo año se representó en Londres, donde Puccini la vio. Aunque no sabía demasiado inglés y la pieza se dio en ese idioma, debió de quedar especialmente conmovido, pues de inmediato pensó en ella como base de una nueva ópera. Al año siguiente mandó una traducción italiana a Luigi Illica quien, junto con Giuseppe Giacosa le suministró el texto. La pieza se estrenó en la Scala de Milán el 17 de febrero de 1904 y, cosa extraña, fue un gran fracaso. Puccini, por tanto, se puso a revisarla de inmediato. Dividió el segundo acto, excesivamente largo, en dos escenas y añadió un interludio para separarlas. Esta segunda versión se presentó en Brescia el 28 de mayo de 1904 y sí que fue un rotundo éxito, tanto que es una de las óperas habituales en el repertorio de cualquier teatro que se precie. Aquí os la traigo, en una versión muy "aragonesa". Que la disfrutéis.


 

26.8.24

Bruckner: Sinfonía n.º 4 "Romántica"

Busto de Bruckner en Linz
(Foto CC BY-SA Manfred Werner, Tsui)

Bruckner empezó a trabajar en su Cuarta Sinfonía apenas unos días después de haber concluido la Tercera. Esto fue a comienzos de 1874; en noviembre había terminado la primera versión. La primera de muchas; esta, que quizá sea una de las piezas más conocidas del compositor (y que es recomendada por algunos como una de las mejores muestras para entrar en su música), sufrió numerosos retoques y revisiones, como ya sabemos que era habitual. En primera instancia el causante fue nuestro ya conocido Otto Dessoff (véase el texto dedicado a la Sinfonía n.º "0"), quien, tras ensayarla con la Filarmónica de Viena la rechazó diciendo que solo el primer movimiento era ejecutable. Bruckner revisó la obra en 1878-79 y de nuevo en 1880 y por fin se estrenó al año siguiente, bajo la dirección de Hans Richter. Sin embargo, ahí no quedó la cosa y aún en 1889 hubo una nueva revisión hecha para la publicación de la obra. Hoy en día solo se consideran tres versiones, una vez eliminadas las adiciones hechas por las terribles "manos amigas": la original, la de 1878-79 (que incluyó un final alternativo conocido como Volkfest) y la de 1880. Hasta que Robert Haas no publicó su edición de la partitura en 1936 no se supo qué quería decir Bruckner en realidad (la edición Nowak, de 1953, es casi idéntica). Aquí la tenéis, dirigida nada menos que por Sergiu Celibidache al frente de la Filarmónica de Múnich.



12.8.24

Puccini: "Tosca"

Victorien Sardou (1831-1908), autor de La Tosca

La siguiente ópera de Puccini, Tosca, se estrenó en Roma el 14 de enero de 1900, pero la idea para crearla vino mucho antes. Está basada en una obra teatral francesa, en concreto del parisino Victorien Sardou, quien estrenó La Tosca en 1887. Dos años después la conoció Puccini, cuando aún andaba enredado con Manon Lescaut. Hubo una serie de problemas legales, pues Sardou cambió el contrato (para adaptar su pieza como ópera) de Ricordi a otro editor y hubo que hacer alguna que otra virguería para que Puccini lo recuperase y se pudiera poner a trabajar en la la historia de la la célebre cantante Floria Tosca, su amante Mario Cavaradossi -pintor librepensador, hijo de la Revolución Francesa-, y el malvado barón Vitellio Scarpia, jefe de policía y representante de las fuerzas retrógradas, todo en la Roma papal de 1800. El resultado, que de nuevo contó con Giacosa e Illica como libretistas, es una obra magnífica, audaz desde el punto de vista musical, con pasajes inolvidables hasta para el profano: ese "Visi d'arte", esa "Recondita armonia", ese "E lucevan le stelle"... En fin, que aquí la tenéis, con Pavarotti de protagonista. Disfrutadla...




8.7.24

Bruckner: Sinfonía n.º 3 en re menor

Richard Wagner en 1871

Sabida es la admiración que Bruckner sentía por Richard Wagner, algo que redundó en su contra porque muchos de los acérrimos enemigos del de Leipzig metieron en el mismo saco al de Ansfelden y lo vituperaron por igual.

Sea como fuere, Bruckner quería dedicar una de sus obras a su admirado Wagner y en tal sentido le escribió una carta desde Karlsbad, pidiéndole permiso para ello. Como Wagner no contestó en seguida, Bruckner viajó a Bayreuth, sin que le hubiesen invitado, para hacer la petición en persona. Es el año 1873 y Wagner está más preocupado en la construcción de su Festspielhaus que en otra cosa, por lo cual no hizo demasiado caso a Bruckner. A pesar de ello, acabó aceptando que se le dedicase esta Tercera Sinfonía (también le ofreció la Segunda), la cual, además, incorporaba citas del Anillo y de Tristan.

Bruckner escribió la primera versión de esta obra en 1872-73. A pesar de la alegría que debió de suponer para él la aceptación de su dedicatoria por Wagner, no tardaron en llegar las decepciones. La Filarmónica de Viena la rechazó por "inejecutable" y, por tanto, se dedicó a revisarla. Una segunda versión, ya sin las citas wagnerianas, apareció en 1877. Tampoco tuvo éxito y, por tanto, hubo una nueva revisión, cuyo resultado es la versión de 1888-89. La que hoy os traigo es la intermedia, la de 1877, en una interpretación de garantías (Haitink).