23.9.24

Puccini: "La fanciulla del West"

Imagen del estreno de La fanciulla del West en el Met, el 10 de diciembre de 1910

Giovanni Giacosa murió en 1906, y la colaboración con Luigi Illica llegó a su fin cuando Puccini rechazó un proyecto sobre María Antonieta que le había ofrecido el libretista de sus anteriores óperas. Así que no le quedó otra que hollar nuevos caminos. Desde la conclusión de su anterior obra, Puccini había estado a la búsqueda de asuntos buceando en la obra de escritores tan importantes como Kipling, Tolstoi o incluso Gabrielle d'Annunzio, con quien, para algunos, se habría logrado una suerte de culmen de la cultura italiana, a pesar de que los mundos de compositor y literato eran prácticamente opuestos.

Finalmente, se decidió por otra obra del dramaturgo norteamericano David Belasco, el mismo autor en el que se había inspirado para su ópera anterior, esta vez trasladando el escenario desde Japón hasta el Lejano Oeste. Puccini se basó en The Girl of the Golden West para su siguiente ópera, en la que contó con Guelfo Civinini y Carlo Zangarini para un libreto cuya dramaturgia en realidad controló él. La pieza se estrenó en el Met de Nueva York el 10 de diciembre de 1910, con Enrico Caruso, Emmy Destinn y Pasquale Amato asumiendo los papeles principales y con la dirección de Arturo Toscanini. Fue un rotundo éxito, tanto musical como económico. He de confesar que no es de las obras de Puccini que más escuche. Aquí os la dejo, para que la catéis.


 

16.9.24

Bruckner: Sinfonía n.º 5 en si bemol mayor

Karl von Stremayr (1823-1904), a quien está dedicada esta sinfonía

En noviembre de 1875 Bruckner asumió el puesto de profesor de armonía y contrapunto en la Universidad de Viena, a pesar de la oposición de, entre otros, el influyente y acérrimo crítico antiwagneriano Eduard Hanslick, que dijo de él cosas como que "se puede ver que el señor Bruckner no tiene muy clara la materia que se propone enseñar, aunque sí tiene bastante clara la razón por la que el ministerio crea una cátedra de música para él, esto es, que el señor Bruckner se pueda dedicar a la composición sin que nadie lo perturbe". Unos meses antes, en febrero, había comenzado la composición de su Quinta Sinfonía, una obra con la que quiso lograr el respeto de quienes habían dicho de él auténticas barbaridades como la anterior y otras. Brahms, por ejemplo, habló de un engaño que en pocos años se olvidaría, mientras que Hans von Bülow mencionó "estupideces antimusicales" y la "música de un borracho". Por su parte, Bruckner presentó su Quinta Sinfonía como su obra maestra del contrapunto, con referencias a Bach y Beethoven (en el último movimiento hay un repaso de los tres anteriores semejante al que se hace en la Novena del genio de Bonn, aunque en este caso no es para rechazarlos). Sea como sea, esta tiene que se una de las obras con las que más satisfecho quedó su creador (tras completarla, en mayo de 1876, solo la revisó una vez, en 1877-78). De todos modos, tampoco pudo escucharla mientras vivió, pues solo se interpretó dos veces, una en abril de 1887 (en versión para dos pianos) y otra en abril de 1894, muy mutilada por Josef Schalk (por suerte o por desgracia el compositor estaba demasiado enfermo como para asistir). 

Bruckner se la dedicó a Karl von Stremayr, que era ministro de Cultura y Educación y fue quien le aseguró su puesto en la Universidad de Viena; por eso su retrato encabeza este mensaje. Os la traigo interpretada por uno de los grandes directores brucknerianos, Günter Wand.

(Las citas de Hanslick, Brahms y Büllow las he sacado del comentario de Andreas Kluge que acompaña a la grabación de esta obra por Eugene Ormandy y la Orquesta de Filadelfia publicada por Sony dentro de la colección "Essential Classics".)

9.9.24

Puccini: "Madama Butterfly"

Cartel de Adolfo Hohenstein para Madama Buttefly (1914)

Antes de hablaros de una forma más o menos "erudita" de esta, la sexta ópera de Giacomo Puccini, he de confesar que siempre que la escucho se me queda un mal sabor de boca tremendo y unas ganas terribles de matar a Pinkerton. Ello a pesar de que es una obra que incluye momentos sublimes, no solo el celebérrimo "Un bel dì, vedremo", sino otros como la llegada de Buttefly a la casa que ella espera que sea la de su feliz matrimonio con el degenerado marino americano. Pero bueno, pongámonos en otro plan.

En 1898 el escritor y abogado estadounidense John Luther Long publicó en la revista The Century un cuento titulado Madame Butterfly, basado en la experiencia de su hermana Jennie, casada con un misionero metodista activo en Japón. Dos años después, el dramaturgo David Belasco, también estadounidense, la adaptó como obra de teatro, que se estrenó en Nueva York el 5 de marzo de 1900. Ese mismo año se representó en Londres, donde Puccini la vio. Aunque no sabía demasiado inglés y la pieza se dio en ese idioma, debió de quedar especialmente conmovido, pues de inmediato pensó en ella como base de una nueva ópera. Al año siguiente mandó una traducción italiana a Luigi Illica quien, junto con Giuseppe Giacosa le suministró el texto. La pieza se estrenó en la Scala de Milán el 17 de febrero de 1904 y, cosa extraña, fue un gran fracaso. Puccini, por tanto, se puso a revisarla de inmediato. Dividió el segundo acto, excesivamente largo, en dos escenas y añadió un interludio para separarlas. Esta segunda versión se presentó en Brescia el 28 de mayo de 1904 y sí que fue un rotundo éxito, tanto que es una de las óperas habituales en el repertorio de cualquier teatro que se precie. Aquí os la traigo, en una versión muy "aragonesa". Que la disfrutéis.