Retrato de Beethoven por J. K. Stieler (1820)
Beethoven y su sobrino III: El fin del pleito
Llegamos al final de uno de los capítulos más tormentosos de la vida del compositor: el pleito por la tutela de Karl, su sobrino. Así os lo cuento en la Vida de Ludwig van Beethoven (pp. 266-268):
Dejamos a Beethoven momentáneamente derrotado en su pleito, con la tutela otra vez en manos de Johanna y Nussböck. Como es lógico, el compositor protestó varias veces ante el tribunal por esta decisión, pero estos recursos fueron rechazados al menos en dos ocasiones, el 4 de noviembre y el 20 de diciembre de 1819. Su propósito de tener a su sobrino con él siguiendo una existencia más ordenada y hogareña incluso le impulsó a intentar, infructuosamente, comprar una casa, en octubre. En cualquier caso, y visto que ante el Magistrat aparentemente tenía todas las de perder, Beethoven se dirigió al Tribunal de Apelaciones. Para ello requirió los servicios del eminente abogado Johann Baptist Bach, que fue quien trasladó el caso al nuevo tribunal el 7 de enero de 1820. Acto seguido, Beethoven escribió un larguísimo borrador de un memorando para el Tribunal de Apelaciones en el que daba información sobre su cuñada, sobre lo que había decidido el Magistrat acerca de su sobrino, sobre la educación de Karl, sobre lo que había hecho por él y sobre las propiedades que le correspondían. No hay pruebas de que lo llegase a presentar o siquiera a retocar, aunque es probable que se lo entregase a Bach para que este preparase el caso.
Sea como fuere, el tribunal se pronunció a favor de Beethoven el 20 de abril, nombrándolo tutor junto con Karl Peters, que había ejercido esa misma tarea con los hijos de la casa Lobkowitz. Beethoven tenía en alta estima a Peters y ya en el primer escrito que presentó al Tribunal de Apelaciones decía:
He pedido un cotutor y he propuesto a Herr Peters, consejero legal del príncipe Lobkowitz, para que de inmediato se pusiera a cargo de la educación y guía de mi sobrino un hombre que por su conocimiento y su carácter moral disfrutase del respeto de todos y cuya ayuda me proveyese a mí y a todo aquel que tenga en el corazón el bienestar de este niño la consoladora seguridad de que el niño podrá, y sin duda así será, recibir la educación y la preparación dignas de su talento.
La reacción de Beethoven ante esta decisión muy bien se puede deducir de esta breve carta que envió a Karl Pinterics, secretario privado del príncipe Pálffy:
¡Querido Herr von Pinterics!
Le informo de que el Tribunal Supremo de Apelaciones ha dado instrucciones al Senado Civil para que me dé a conocer su decisión, que me satisface plenamente – El Dr. Bach actuó en mi nombre en este asunto, y este arroyo se unió al mar entre truenos, rayos y tempestades. Así que el bergantín del Magistrat tuvo que sufrir allí un naufragio completo –
Su muy leal
Beethoven
El último recurso de Johanna era apelar directamente al Emperador; así lo hizo y su petición fue rechazada el 24 de julio. El pleito había acabado, pero ¿a qué precio? Beethoven había pasado los años más estériles de su carrera creadora, aunque estaba saliendo ya de ellos para entrar en un terreno donde compondría obras sin precedentes. El chico había sido utilizado como arma arrojadiza, casi sin piedad, por las partes enfrentadas y eso tendría en él un efecto terrible, que, unido a la extravagante conducta de su tío hacia él, lo llevaría a intentar suicidarse unos años después. Había acabado el pleito, sí, pero el coste fue muy alto.
Una prueba de que estaba saliendo de los años más estériles de su carrera es la pieza que os traigo como ilustración musical. Justo en la época en la que se estaba resolviendo el pleito a su favor, recibió Beethoven el encargo, por parte del editor Adolf Martin Schlesinger, de componer unas sonatas para piano. El resultado fueron las tres últimas (las Opp. 109-111), escritas entre 1820 y 1822. Aquí tenéis la primera de ellas, en unas manos inmejorables:
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