Vaughan Williams en la Universidad de Yale (1954)
No creo equivocarme si afirmo que Vaughan Williams es uno de los principales sinfonistas británicos del siglo XX. Entre 1910 y 1958 compuso nueve sinfonías (¡el número mágico otra vez!) que lo sitúan, a decir de algunos expertos, entre los mejores cultivadores del género no ya en su país, sino en todo el mundo en su época (junto con Sibelius y Prokófiev). Varias de estas obras tienen nombres específicos, como la primera (A Sea Symphony, una obra coral sobre textos de Walt Whitman), la segunda (A London Symphony, la que hoy os traigo aquí), la tercera (A Pastoral Symphony, otra vez incluyendo la voz, pero esta vez sin texto) y la séptima (Sinfonia antartica, basada en la música que compuso para una película sobre la desgraciada expedición de Scott). La Sinfonía de Londres, o "Sinfonía de un londinense", como el propio compositor dijo que sería más adecuado designarla (él mismo se consideraba un londinense, a pesar de no haber nacido en la capital británica) fue escrita entre 1912 y 1913 a sugerencia del compositor George Butterworth, quien, tras el éxito de la primera sinfonía instó a Vaughan Williams a escribir una puramente instrumental. Butterworth murió en 1916, durante la Gran Guerra y nuestro compositor dedicó la obra a su memoria. Aquí la tenéis, en una interpretación de las buenas.
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