Bartók nunca fue un personaje cómodo. Ni en el campo musical ni en el político. Por ejemplo, cuando los nazis hicieron la siniestra exposición sobre "arte degenerado" de julio de 1937 en Múnich, pidió que sus piezas fuesen incluidas. Al ver la deriva que llevaba a Europa inevitablemente a la guerra, empezó a pensar en marcharse de su Hungría natal. El nacionalismo exacerbado que se desató por entonces hizo que ciertos países cuestionasen sus investigaciones etnomusicológicas e incluso que algunas de sus colecciones no apareciesen. Al final, tras la muerte de su madre en diciembre de 1939, con la guerra ya comenzada, no vio razón alguna para quedarse y se marchó a los Estados Unidos, traslado que hizo definitivo cuando se instaló allí con su esposa en octubre de 1940.
En Estados Unidos no lo pasó bien. Se le ofrecieron diversos puestos como musicólogo y recibió encargos de diversas composiciones, pero las dificultades económicas siempre estuvieron presentes. Además, se le presentaron los primeros síntomas de la leucemia que lo llevó a la tumba el 26 de septiembre de 1945. La pieza que os traigo hoy, una de las más conocidas de Bartók, fue uno de esos encargos. El Concierto para orquesta se estrenó en Boston el 1 de diciembre de 1944 y fue la fundación Koussevitzky quien se lo pidió. Escrito el año anterior, incluye una parodia de la Séptima Sinfonía de Shostakovich, la Leningrado, que tanto se había escuchado en las radios de los países aliados como símbolo de la resistencia soviética a los nazis. Aquí os la dejo, en una versión de otro notable músico húngaro y con ello termino mi humilde homenaje a Bartók.
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