La obra de hoy va a servir para ilustrar un episodio de la vida de Beethoven en sus primeros años en Viena: la proposición de matrimonio que hizo a Magdalena Willmann (al terminar la cita de mi Vida de Ludwig van Beethoven que sigue os explico la relación de esta dama con el Quinteto Op. 16)
En diferentes lugares de sus Biographische Notizen, Wegeler y Ries nos han dejado pinceladas de Beethoven como galán. Para Wegeler, en ocasiones hacía conquistas que habrían sido casi imposibles para un Adonis, aunque siempre las damas implicadas pertenecían a clases sociales muy diferentes la suya, y Ries cuenta cómo gustaba de admirar a las mujeres bellas y que sus enamoramientos eran tan frecuentes como breves; de hecho se rieron en una ocasión al constatar que una dama que le había gustado en particular había conseguido cautivarle durante nada menos que siete meses.
Esto nos sirve para introducir el asunto de Magdalena Willmann en la historia de la vida de Beethoven. Ya hemos visto que en Bonn surgieron algunas pasiones por jovencitas que, como dice Wegeler, «eran de una posición social mucho más elevada que la suya». El caso de Magdalena pudo haber sido muy distinto. Un año menor que Beethoven, era hija de Ignaz Willmann, violinista de la corte electoral de Bonn, colega del padre y el abuelo de Beethoven. La propia Magdalena, que estudió en Viena con Righini, se convirtió en cantante de la capilla electoral en 1789 tras presentarse en Viena y actuar varias veces en la capital y en otras ciudades. Incluso formó parte del viaje a Mergentheim de 1791 que tan gratos recuerdos traía siempre a Beethoven. Se marchó de Bonn en el verano de 1793 y, tras cantar en diversos teatros europeos, fue contratada por la ópera de la corte vienesa en abril de 1795.
Muchos años después de estos hechos, en 1860, una sobrina de Magdalena contó a Thayer que Beethoven quedó prendado de su tía que, en palabras del propio biógrafo era «bella, talentosa y experta». Tanto como para pedir su mano; la joven le rechazó. Cuando Thayer pregunto a la sobrina los motivos, esta se echó a reír y exclamó: «¡Porque era tan feo… y estaba medio loco!» Thayer despacha el asunto y a la dama con sequedad: «En 1799 Magdalena se casó con cierto Galvani, pero su felicidad fue breve; murió hacia finales de 1801». En realidad se casó en julio de 1796, lo cual situaría el hecho, de haberse producido, hacia 1795. No hay pruebas documentales contemporáneas para poderlo corroborar. (pp. 47-48)
¿Y qué relación hay entre Magdalena y el Quinteto? Pues una muy tenue... La obra fue estrenada en un concierto que dio Beethoven en el Augarten el 6 de abril de 1797, ocasión en la que acompañó al pianoforte a Magdalena, que cantó un aria que no se ha identificado. Aquí tenéis esta pieza para piano, oboe, clarinete, trompa y fagot (idéntica instrumentación e idéntica tonalidad que el KV 452 de Mozart):
29.6.20
22.6.20
Beethoven: Trío para piano, violín y violonchelo nº. 3 Op. 1 nº. 3
Los tres Tríos Op. 1 fueron las primeras obras a las que Beethoven consideró dignas de dar un número de opus. A cuento de una de ellas hubo otro encontronazo con Haydn, que os cuento en este fragmento de mi Vida de Ludwig van Beethoven:
Sin duda el proyecto más ambicioso de estos primeros meses en Viena fueron los tres tríos para piano que empezó a escribir en 1794 (aunque es posible que ya se trajese esbozos de Bonn) y que son las primeras obras que consideró merecedoras de llevar un número de opus. Estas piezas musicales se ensayaron a conciencia y se presentaron en casa del príncipe Lichnowsky, a quien están dedicadas. En agosto de 1795, cuando aún no se habían publicado, regresó Haydn de Inglaterra y, como es lógico, se requirió su opinión sobre estas primeras obras importantes del que todo el mundo seguía considerando, sobre todo, su alumno. Ries cuenta que Haydn alabó las obras, que habían causado una «tremenda convulsión», pero aconsejó a Beethoven que no publicase el último de los tríos, ya que, según dijo después al propio Ries, consideraba que el público no lo entendería bien y por lo tanto no sería recibido como se merecía. Sin embargo, Beethoven se lo tomó a mal y consideró que su antiguo maestro hablaba movido por la envidia y no tenía buena disposición hacia él.
Finalmente, en julio-agosto de 1795, el editor Artaria publicó los tríos tal cual, sin seguir el supuesto consejo de Haydn. Fue una edición por suscripción; el príncipe Lichnowsky compró 20 ejemplares, tres su esposa, la princesa Christiane, y dos cada uno su hermano el conde Moritz (que, como su cuñada, era un excelente pianista) y su hermana la condesa Henriette. En total, se suscribieron 123 personas que se hicieron con 241 ejemplares. Beethoven pagó a Artaria un florín por cada ejemplar y la suscripción fue de 1 ducado. Teniendo en cuenta que, aproximadamente, un ducado equivalía a 4,5 florines, Beethoven obtuvo un beneficio bastante considerable de su primera aventura músico-editorial. (p. 46)
Aquí tenéis el tercero de los Tríos, el objeto de la polémica.
Sin duda el proyecto más ambicioso de estos primeros meses en Viena fueron los tres tríos para piano que empezó a escribir en 1794 (aunque es posible que ya se trajese esbozos de Bonn) y que son las primeras obras que consideró merecedoras de llevar un número de opus. Estas piezas musicales se ensayaron a conciencia y se presentaron en casa del príncipe Lichnowsky, a quien están dedicadas. En agosto de 1795, cuando aún no se habían publicado, regresó Haydn de Inglaterra y, como es lógico, se requirió su opinión sobre estas primeras obras importantes del que todo el mundo seguía considerando, sobre todo, su alumno. Ries cuenta que Haydn alabó las obras, que habían causado una «tremenda convulsión», pero aconsejó a Beethoven que no publicase el último de los tríos, ya que, según dijo después al propio Ries, consideraba que el público no lo entendería bien y por lo tanto no sería recibido como se merecía. Sin embargo, Beethoven se lo tomó a mal y consideró que su antiguo maestro hablaba movido por la envidia y no tenía buena disposición hacia él.
Finalmente, en julio-agosto de 1795, el editor Artaria publicó los tríos tal cual, sin seguir el supuesto consejo de Haydn. Fue una edición por suscripción; el príncipe Lichnowsky compró 20 ejemplares, tres su esposa, la princesa Christiane, y dos cada uno su hermano el conde Moritz (que, como su cuñada, era un excelente pianista) y su hermana la condesa Henriette. En total, se suscribieron 123 personas que se hicieron con 241 ejemplares. Beethoven pagó a Artaria un florín por cada ejemplar y la suscripción fue de 1 ducado. Teniendo en cuenta que, aproximadamente, un ducado equivalía a 4,5 florines, Beethoven obtuvo un beneficio bastante considerable de su primera aventura músico-editorial. (p. 46)
Aquí tenéis el tercero de los Tríos, el objeto de la polémica.
15.6.20
Beethoven: "Las criaturas de Prometeo" Op. 43
Las criaturas de Prometeo es uno de los dos ballets de Beethoven (el otro es el Ritterballet WoO 1, escrito en Bonn en 1790-91 y que en principio se presentó como obra de uno de sus principales protectores allí, el conde Waldstein). Esta segunda pieza, basada en un libreto de Salvatore Viganò que no se conserva, se compuso en 1800-01 y se estrenó el 28 de marzo de 1801. No se publicó su versión orquestal en vida de Beethoven. Va a servir esta obra no muy conocida para hablar de las relaciones de Beethoven con Haydn en los primeros tiempos de Viena; os pongo dos fragmentos de mi Vida de Ludwig van Beethoven:
Muy poco después de la llegada a Viena comenzaron las lecciones con Haydn. Ya el 12 de diciembre [de 1792] hay en el diario la anotación de un pago de 8 groschen para el maestro; en octubre del año siguiente aún se encuentran notas sobre compras de chocolate y café para Haydn. Esto demuestra que las clases se mantuvieron al menos hasta la partida de Haydn para su segundo viaje a Londres, en enero de 1794.
Las lecciones de Haydn se basaron sobre todo en el contrapunto y utilizó como libro de texto un resumen hecho por él del Gradus ad Parnassum de Johann Joseph Fux. Se conservan 245 ejercicios de los realizados por Beethoven para Haydn, de los cuales 42 están corregidos. Pero hubo fallos cometidos por Beethoven que Haydn no vio y también fallos cometidos por él mismo. Esto demuestra que no dedicó todo el tiempo necesario a la instrucción de su alumno, dado que tenía muchas otras obligaciones, como preparar su inminente y nuevo viaje a Londres. Y esa falta de constancia es lo que seguramente llevó a Beethoven a decir que aunque hubiese recibido algunas lecciones de Haydn jamás había aprendido nada de él y a negarse a poner junto a su nombre en sus primeras obras el añadido «alumno de Haydn», como le hubiese gustado al maestro. (p. 31)
No hay pruebas que indiquen que Beethoven reanudase las clases con Haydn después del regreso de este de Inglaterra, en agosto de 1795. Lo más seguro es que siguiese teniendo el respeto debido a un músico tan venerable, pero no sin críticas e incluso ataques. Ries nos dice que «Haydn rara vez salía sin alguna pulla. El rencor de Beethoven en este caso es probable que se remontase a tiempos anteriores». Otra prueba de esta latente rivalidad fue la innecesaria réplica de Beethoven cuando Haydn lo felicitó por la música que compuso para Las criaturas de Prometeo: «Querido papá, es usted demasiado bueno, pero no es La creación ni mucho menos». La respuesta de Haydn fue lógica: «No, no lo es ni creo que nunca lo sea». (p. 33)
Pues aquí tenéis la obra que provocó el comentario elogioso del maestro, la respuesta insolente del discípulo y la réplica áspera otra vez del maestro:
Muy poco después de la llegada a Viena comenzaron las lecciones con Haydn. Ya el 12 de diciembre [de 1792] hay en el diario la anotación de un pago de 8 groschen para el maestro; en octubre del año siguiente aún se encuentran notas sobre compras de chocolate y café para Haydn. Esto demuestra que las clases se mantuvieron al menos hasta la partida de Haydn para su segundo viaje a Londres, en enero de 1794.
Las lecciones de Haydn se basaron sobre todo en el contrapunto y utilizó como libro de texto un resumen hecho por él del Gradus ad Parnassum de Johann Joseph Fux. Se conservan 245 ejercicios de los realizados por Beethoven para Haydn, de los cuales 42 están corregidos. Pero hubo fallos cometidos por Beethoven que Haydn no vio y también fallos cometidos por él mismo. Esto demuestra que no dedicó todo el tiempo necesario a la instrucción de su alumno, dado que tenía muchas otras obligaciones, como preparar su inminente y nuevo viaje a Londres. Y esa falta de constancia es lo que seguramente llevó a Beethoven a decir que aunque hubiese recibido algunas lecciones de Haydn jamás había aprendido nada de él y a negarse a poner junto a su nombre en sus primeras obras el añadido «alumno de Haydn», como le hubiese gustado al maestro. (p. 31)
No hay pruebas que indiquen que Beethoven reanudase las clases con Haydn después del regreso de este de Inglaterra, en agosto de 1795. Lo más seguro es que siguiese teniendo el respeto debido a un músico tan venerable, pero no sin críticas e incluso ataques. Ries nos dice que «Haydn rara vez salía sin alguna pulla. El rencor de Beethoven en este caso es probable que se remontase a tiempos anteriores». Otra prueba de esta latente rivalidad fue la innecesaria réplica de Beethoven cuando Haydn lo felicitó por la música que compuso para Las criaturas de Prometeo: «Querido papá, es usted demasiado bueno, pero no es La creación ni mucho menos». La respuesta de Haydn fue lógica: «No, no lo es ni creo que nunca lo sea». (p. 33)
Pues aquí tenéis la obra que provocó el comentario elogioso del maestro, la respuesta insolente del discípulo y la réplica áspera otra vez del maestro:
8.6.20
Beethoven: Seis variaciones sobre "Nel cor più non mi sento" WoO 70
Hablemos de las primeras composiciones de Beethoven tras su llegada a Viena (y de su célebre galantería con las damas):
La variación era un género musical que tenía mucho predicamento en Viena por aquella época. No es de extrañar, pues, que Beethoven (...) se prodigase en sus primeros años en la ciudad escribiendo conjuntos de variaciones sobre determinados fragmentos de obras escénicas populares. Viene a cuento a este respecto una célebre anécdota que narra Wegeler, que hubo de tener lugar hacia finales de junio de 1795 y según la cual, estando Beethoven con una dama «muy querida por él» en el palco de la ópera escuchando La molinara, de Giovanni Paisiello, al llegar el famoso dúo «Nel cor più non mi sento», la joven se lamentó de haber perdido unas variaciones que en su día había tenido sobre este tema. La respuesta de Beethoven fue componer, aquella misma noche, seis variaciones (WoO 70) que le regaló; Wegeler añade que la pieza es tan fácil que seguro que «estaba pensada para que la dama las tocase a primera vista».
La variación era un género musical que tenía mucho predicamento en Viena por aquella época. No es de extrañar, pues, que Beethoven (...) se prodigase en sus primeros años en la ciudad escribiendo conjuntos de variaciones sobre determinados fragmentos de obras escénicas populares. Viene a cuento a este respecto una célebre anécdota que narra Wegeler, que hubo de tener lugar hacia finales de junio de 1795 y según la cual, estando Beethoven con una dama «muy querida por él» en el palco de la ópera escuchando La molinara, de Giovanni Paisiello, al llegar el famoso dúo «Nel cor più non mi sento», la joven se lamentó de haber perdido unas variaciones que en su día había tenido sobre este tema. La respuesta de Beethoven fue componer, aquella misma noche, seis variaciones (WoO 70) que le regaló; Wegeler añade que la pieza es tan fácil que seguro que «estaba pensada para que la dama las tocase a primera vista».
(De mi Vida de Ludwig van Beethoven, pp. 43-44)
Aquí tenéis la pieza, en muy buenas manos:
1.6.20
Beethoven: Octeto para instrumentos de viento Op. 103
En la anterior entrada me quejaba de lo abandonada que tenía esta bitácora y hacía propósitos de enmienda, pero... Huelga decir el motivo por el que de nuevo se hubo de abrir un paréntesis.
Voy a procurar cerrarlo. Sigo con Beethoven y he decidido que a partir de ahora voy a intentar que lo que ilustre la pieza musical presentada sea un breve pasaje de mi Vida de Ludwig van Beethoven (que, os recuerdo, si os interesa podéis conseguir aquí).
La obra de hoy es uno de las que nuestro genio compuso cuando aún no había abandonado su Bonn natal. El fragmento de hoy habla de su despedida de aquella ciudad y da una lista de composiciones de aquella época:
Una vez decidida la partida y otorgado a Beethoven solo el dinero necesario para el viaje, aunque con la promesa de mandarle más una vez llegado allí, sus amigos decidieron hacerle un álbum de despedida. No definitiva, pues la idea era que regresase al completar sus estudios y basar su vida profesional en su ciudad aunque realizase numerosas giras de conciertos. No sabía que no volvería nunca.
El álbum de firmas incluye los nombres de los amigos con que se reunía en el restaurante de la viuda Koch, el Zehrgarten, quince entradas en total, aunque en él no figuran los músicos importantes de la ciudad. No se ha citado todavía a uno de estos amigos, Carl August Malchus, secretario del embajador de Austria, que pronto entabló una gran amistad con Beethoven, como lo demuestra su muy apasionada intervención en tal álbum:
El firmamento de mi profundo amor une nuestros corazones con lazos que no pueden desatarse y solo la muerte puede destruirlos. Extiende la mano, querido mío, y así sea hasta la muerte.
Eleonore von Breuning, de la cual, según Thayer, también se enamoró Beethoven (algo que, como es lógico su futuro esposo Wegeler no indicó en las Notizen) hizo su aportación citando al filósofo y poeta Johann Gottfried Herder:
La amistad, con aquello que es bueno,
crece como la sombra vespertina
hasta la puesta de sol de la vida.
Bonn, 1 de noviembre de 1792. Su verdadera amiga, Eleonore von Breuning
Pero sin duda la anotación más famosa es la muy premonitoria que hizo el conde Waldstein:
¡Querido Beethoven! Vas a Viena a colmar tus tan largamente frustrados deseos. El Genio de Mozart está de luto y llorando por la muerte de su pupilo. Encontró un refugio pero no ocupación con el incansable Haydn; por medio de él desea formar una unión con otro. Con la ayuda de un trabajo constante, recibirás el espíritu de Mozart de manos de Haydn.
La fecha de la anotación de Eleonore demuestra que Beethoven aún se encontraba en Bonn el 1 de noviembre de 1792. Seguramente partió al día siguiente.
Allí marchaba para estudiar con el compositor vivo más célebre, enviado nada menos que por el tío del emperador y con el aval del conde Waldstein, lo cual le abriría las puertas de los más importantes palacios de la aristocracia. Pero no iba de vacío, pues ya había compuesto bastante música en su ciudad natal. A lo largo de este capítulo se han citado algunas de esas obras. Otras dignas de mención son, por aproximado orden cronológico:
También se llevó algunas obras comenzadas que concluyó en Viena y allí revisó asimismo piezas que había escrito en Bonn, como veremos en su momento.
Hasta aquí el fragmento de mi librillo y ahora, la música:
Voy a procurar cerrarlo. Sigo con Beethoven y he decidido que a partir de ahora voy a intentar que lo que ilustre la pieza musical presentada sea un breve pasaje de mi Vida de Ludwig van Beethoven (que, os recuerdo, si os interesa podéis conseguir aquí).
La obra de hoy es uno de las que nuestro genio compuso cuando aún no había abandonado su Bonn natal. El fragmento de hoy habla de su despedida de aquella ciudad y da una lista de composiciones de aquella época:
Una vez decidida la partida y otorgado a Beethoven solo el dinero necesario para el viaje, aunque con la promesa de mandarle más una vez llegado allí, sus amigos decidieron hacerle un álbum de despedida. No definitiva, pues la idea era que regresase al completar sus estudios y basar su vida profesional en su ciudad aunque realizase numerosas giras de conciertos. No sabía que no volvería nunca.
El álbum de firmas incluye los nombres de los amigos con que se reunía en el restaurante de la viuda Koch, el Zehrgarten, quince entradas en total, aunque en él no figuran los músicos importantes de la ciudad. No se ha citado todavía a uno de estos amigos, Carl August Malchus, secretario del embajador de Austria, que pronto entabló una gran amistad con Beethoven, como lo demuestra su muy apasionada intervención en tal álbum:
El firmamento de mi profundo amor une nuestros corazones con lazos que no pueden desatarse y solo la muerte puede destruirlos. Extiende la mano, querido mío, y así sea hasta la muerte.
Tu Malchus
Eleonore von Breuning, de la cual, según Thayer, también se enamoró Beethoven (algo que, como es lógico su futuro esposo Wegeler no indicó en las Notizen) hizo su aportación citando al filósofo y poeta Johann Gottfried Herder:
La amistad, con aquello que es bueno,
crece como la sombra vespertina
hasta la puesta de sol de la vida.
Bonn, 1 de noviembre de 1792. Su verdadera amiga, Eleonore von Breuning
Pero sin duda la anotación más famosa es la muy premonitoria que hizo el conde Waldstein:
¡Querido Beethoven! Vas a Viena a colmar tus tan largamente frustrados deseos. El Genio de Mozart está de luto y llorando por la muerte de su pupilo. Encontró un refugio pero no ocupación con el incansable Haydn; por medio de él desea formar una unión con otro. Con la ayuda de un trabajo constante, recibirás el espíritu de Mozart de manos de Haydn.
Bonn, 29 de octubre de 1792 Tu fiel amigo Waldstein.
La fecha de la anotación de Eleonore demuestra que Beethoven aún se encontraba en Bonn el 1 de noviembre de 1792. Seguramente partió al día siguiente.
Allí marchaba para estudiar con el compositor vivo más célebre, enviado nada menos que por el tío del emperador y con el aval del conde Waldstein, lo cual le abriría las puertas de los más importantes palacios de la aristocracia. Pero no iba de vacío, pues ya había compuesto bastante música en su ciudad natal. A lo largo de este capítulo se han citado algunas de esas obras. Otras dignas de mención son, por aproximado orden cronológico:
- Dos preludios para piano u órgano, de c. 1789, publicados en 1803 como Op. 39.
- Dos arias para bajo (WoO 89-90), y una escena y aria para soprano (WoO 92) de c. 1791
- Seis variaciones para piano o arpa sobre una canción suiza (WoO 64) de c. 1791.
- Un largo fragmento (259 compases) del primer movimiento de un concierto para violín en do mayor (WoO 5), de c. 1791.
- Un trío para piano, violín y violonchelo en mi bemol mayor (WoO 38), de c. 1791.
- Un concierto para oboe, perdido (Hess 12).
- 14 variaciones para piano, violín y violonchelo en mi bemol mayor, escritas c. 1792 y publicadas en 1804 como Op. 44.
- Tres conjuntos de variaciones para piano (WoO 40, 66, 67), todas de c. 1792.
- Un octeto para instrumentos de viento en mi bemol mayor, publicado póstumamente como Op. 103.
- La mayoría de las ocho canciones que aparecieron publicadas en 1805 como Op. 52, además de las WoO 110-115.
También se llevó algunas obras comenzadas que concluyó en Viena y allí revisó asimismo piezas que había escrito en Bonn, como veremos en su momento.
Hasta aquí el fragmento de mi librillo y ahora, la música: