El próximo día 9 se celebra el Día de Europa y casi todo el mundo sabe que se ha elegido como himno de la Unión el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven. Ahí, el genio de los genios utilizó la Oda a la Alegría de Schiller para crear uno de las más conmovedores y magníficos cantos a la hermandad y la concordia entre los seres humanos. Leonard Bernstein lo tuvo muy claro cuando dirigió esta interpretación que os traigo hoy, que no es una cualquiera. Tuvo lugar el 25 de diciembre de 1989, en el antiguo Berlín Este, unas semanas después de la caída del Muro de la Vergüenza (el que existía entonces, hoy sabemos que, por desgracia hay otros y más que algunos quieren crear). Bernstein reunió una orquesta formada por miembros de conjuntos de las antiguas potencias ocupantes y de las dos Alemanias: la Staatskapelle de Dresde, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, la Orquesta del Teatro Kirov de Leningrado, la Orquesta Sinfónica de Londres, la Orquesta Filarmónica de Nueva York y la Orquesta de París. Bernstein, además, se permitió dos licencias; una de ellas, incluir un coro de niños en la interpretación y otra, la más simbólica, sustituir la palabra "Freude" (alegría) por "Freiheit" (libertad). El resultado es una de las interpretaciones más emocionantes de la historia, un recuerdo de que los muros son para derribarlos y no para crearlos. Aquí tenéis el concierto completo.
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