Dieterich Buxtehude (c. 1637-1707) es un compositor rodeado de misterios y curiosidades. Misterios, porque ni siquiera se sabe con exactitud su nacionalidad. Curiosidades, porque -al parecer- una de las condiciones para heredar el puesto de organista en la Marienkirche de Lübeck (que ocupó desde 1667 hasta su muerte) era casarse con la hija mayor de su predecesor. Otra curiosidad que se cita muchas veces fue el largo viaje que realizó Bach a Lübeck (más de 350 km.) en el invierno de 1705-06 para aprender de él en un momento en que era considerado toda una autoridad musical (entre sus visitantes también se contó a Matthison y Händel). Hay incluso quien afirma que Bach pensó en postularse para suceder a Buxtehude en su puesto (que era uno de los más prestigiosos en Alemania del Norte), pero desistió cuando conoció a su hija mayor... Sea como sea, Buxtehude dejó un importante legado musical en el que tocó todos los géneros salvo la ópera. Especialmente significativa es su obra para órgano, de la que aquí os dejo un breve ejemplo.
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