13.2.23

Lugares que evocan música (Borodin: "Danzas polovtsianas")

El tipo que se ve entre la fronda (¿eran viñedos?), en Paşabağ, 
es un servidor de ustedes con treinta años y veinte kilos menos

La semana pasada hablé por aquí de músicas que inspiran para escribir cosas o sencillamente para recordar acontecimientos, ya sea buenos o no tan buenos. Hoy voy a dar la vuelta al razonamiento y voy a plantear que determinados lugares nos pueden evocar algunas músicas, como me sucedió a mí hace ya más de treinta años.

Por desgracia, Turquía y Siria han estado muy presentes estos últimos días en los medios de comunicación por el terrible terremoto que ha causado más de 36 000 muertos en ambos países. Yo hice en agosto de 1992 un largo viaje por Turquía. Apenas me acerqué a las zonas hoy devastadas, pero la extraordinaria impresión que me llevé de ese país tras aquel viaje hace que me resulte especialmente penoso ver la destrucción de sus ciudades y las penurias que va a tener que sufrir su población. Por eso quiero acordarme hoy de ellos, de las maravillas que allí se pueden disfrutar, que en su momento me sugirieron o me evocaron, como he dicho en el primer párrafo de esta entrada, determinadas músicas.

Tras pasar unos días en Estambul, viajamos a Capadocia, en el centro del país, y disfrutamos de las maravillas que la Naturaleza ha creado, como lo que veis en la foto que encabeza este texto. Según caminaba por allí, en medio de las chimeneas de las hadas, me venía siempre a la mente un fragmento de las "danzas polovtsianas" de la ópera El príncipe Igor, de Borodin, que hoy os traigo aquí. En concreto es lo que escucharéis a partir de 2'37'' en el vídeo que va al final de la entrada. Cada vez que iba por aquellos pagos viendo esas formaciones geológicas y también las iglesias excavadas en la roca, esa música me retumbaba en la cabeza... 

 

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