6.7.20

Beethoven y Giulietta Guicciardi (Sonata para piano nº. 14 en do sostenido menor Op. 27 nº. 2 "Claro de luna")

Beethoven y Giulietta Guicciardi




Aunque su oído no mejora, Beethoven está más a gusto, se mezcla más con la gente. Y todo gracias a una «querida y fascinante joven que me ama y a la que amo». ¿Quién era esta mujer? Con toda seguridad, se trataba de la condesa Giulietta Guicciardi, que entonces contaba dieciséis años de edad. 

Natural de Trieste, era hija del conde Franz Joseph Guicciardi y de Susanna Brunsvík; era prima de los Brunsvík, por medio de los cuales seguramente conoció a Beethoven poco después de que el conde fuese destinado a la Cancillería Austro-Bohemia en Viena el año 1800. La joven no solo era hermosa, sino que tenía en verdad dotes musicales, así que Beethoven aceptó ser su maestro como antes lo había sido el pianista y compositor Franz Xaver Kleinheinz. Pronto debieron de surgir sentimientos entre ambos que llevaron a Beethoven, como él mismo dice en la carta, a pensar en un matrimonio que a todas luces era imposible. 

A pesar de que Thayer «opina» que pudo haber petición de mano y que uno de los progenitores estaba de acuerdo y el otro no con el enlace, el caso es que a comienzos de 1802 Beethoven explotó cuando la condesa Susanna le hizo un regalo que él consideró pago por sus lecciones cuando su idea era que las daba gratuitamente, por amistad, a una familia a la que consideraba su igual. Esa muestra de su inferioridad social debió de herirle mucho. El caso es que a finales de la primavera de 1803 cesaron sus contactos con los Guicciardi. 

Giulietta se casó en noviembre de 1803 con el conde Wenzel Robert Gallenberg y al poco tiempo se marcharon a vivir a Italia. No regresaron a Viena hasta finales de 1821, cuando Domenico Barbaja se hizo cargo de la ópera de la corte y el conde pasó a formar parte de su administración. En aquella ocasión, Beethoven confesó a Schindler que, tras su boda, ella fue a buscarle llorando y él la rechazó y también que le había querido a él mucho más que lo que nunca pudo amar a su marido. 

Beethoven dedicó a Giulietta su sonata para piano Op. 27 nº 2, la conocida como Claro de luna, que apareció publicada por Cappi en marzo de 1802, es decir, poco después de la tormenta. En principio el compositor había entregado a su amada el rondó para piano en sol mayor, escrito en 1798 pero publicado en septiembre de 1802. Más tarde se lo pidió a Giulietta, pues necesitaba dedicar algo a la condesa Henriette von Lichnowsky, hermana del príncipe; a cambio ofreció a Giulietta la sonata y, sin duda, ganó con el cambio. 

Al igual que el apodo que acompaña a la obra es una invención (del poeta berlinés Ludwig Rellstab) que nada tiene que ver con Beethoven, ha habido quien ha especulado sobre un programa oculto que refleja el amor del compositor por la condesa. Empezando por Schindler, que fue quien sentó las bases de la idea al pensar que Giulietta era la «Amada Inmortal» y fechar erróneamente en el verano de 1803 la célebre carta de Beethoven. Sea como fuere, Beethoven guardó toda su vida un pequeño retrato de Giulietta que sus amigos encontraron oculto en el cajón secreto de su escritorio tras su muerte.


(De mi Vida de Ludwig van Beethoven, pp. 81-83)

El retrato que se menciona en la última frase de la cita es el que encabeza esta entrada. Y la finalizo con don Claudio Arrau interpretando la sonata que Beethoven dedicó a Giulietta.

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