El 7 de mayo de 1824 se estrenó la Novena Sinfonía de Beethoven, con la gran novedad de agregar la voz humana a un medio hasta entonces puramente instrumental. Está claro que el ejemplo prendió, pues sólo 16 años depués Felix Mendelssohn escribió su Segunda Sinfonía, hecha a imagen y semejanza de la del genio de Bonn. Los tres primeros movimientos, a modo de introducción, se suceden sin descanso para dar paso a una gran cantata sobre textos de las Sagradas Escrituras. Por cierto, la obra se compuso para conmemorar el cuarto centenario de la invención de la imprenta.
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