Muy pródigo esta siendo este año 2008 en aniversarios y celebraciones. Tal vez el que mayor difusión esté encontrando en el mundillo de la música llamada "clásica" sea el de una de sus estrellas por excelencia, Herbert von Karajan. En esta misma bitácora me he hecho asimismo eco del centenario del nacimiento de David Oistrakh. Y hay otro importante músico del siglo XX de quien se conmemoran los 100 años desde que vino al mundo: el francés Olivier Messiaen.
Como me ha pasado con tantos compositores del siglo pasado, llegué relativamente tarde a conocer la música de Messiaen. Lo primero que pude escuchar fue una parte de sus Vingt regards sur l'Enfant-Jésus, para piano, y no me desagradó en absoluto. Más adelante conocí su grandiosa Sinfonía Turangalîla y con ella acabé de engancharme a la obra de este aviñonés marcado por una inquebrantable fe católica y un profundo amor por la naturaleza, especialmente por los pájaros.
Porque son la religión católica y el canto de los pájaros los pilares fundamentales de su música. Messiaen es autor de una importante obra para órgano (que yo conozco muy poco), de numerosas obras de carácter religioso (o más bien místico) y de transcripciones de cantos de innumerables especies de aves de todo el mundo, siempre presentes en sus obras importantes.
En la ciudad de los papas nació Messiaen un 10 de diciembre de 1908; entró de niño en el Conservatorio de París, donde contó con profesores como Paul Dukas o Charles-Marie Widor. A los 23 años se convirtió en organista de la iglesia de la Santísima Trinidad de la capital francesa, un puesto que ocupó hasta su muerte, acaecida en Clichy, cerca de París, el 27 de abril de 1992.
El episodio de la vida de Messiaen que tal vez sea más conocido fue la composición de su célebre Quatuor pour le fin du temps mientras era prisionero de guerra de los alemanes; la obra se escribió para los instrumentos que estaban disponibles en aquel campo de concentración: piano, violín, violonchelo y clarinete.
Si bien Messiaen llegó a experimentar con el serialismo integral tan en boga en la posguerra y se dice que intecambió influencias con personajes de esas tendencias como Pierre Boulez, lo cierto es que siguió un camino personal con uso de ritmos completos y una armonía modal sui generis en la que solía asociar los diferentes modos con colores. Boulez renegó de alguna de las obras de Messiaen, como la mencionada Turangalîla, precisamente por la mezcla de técnicas armónicas (y por las mezclas de todo tipo). "O una cosa o la otra", venía a decir D. Pierre...
Sobre Messiaen, creo que además tenía estudios de ornitología (de ahí su afición por los cantos de los pájaros).
ResponderEliminarSobre su lenguaje, él mismo escribió un libro (http://www.partituras.com/Clasica/more_csm.asp?Ref=13130) donde explicaba sus modos simétricos. Muy interesante el mundo modal que se inventó. Creo también que padecía sinestesia, identificaba sonoridades con colores.
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