26.10.06

Las sinfonías de Beethoven: la Segunda


(Texto publicado originalmente en Mixobitácora el 11 de septiembre de 2005)

La Segunda es otra de las sinfonías poco escuchadas. Otra obra, como la Primera, muy influida por los modelos anteriores, escrita en un festivo re mayor que encubre el hecho de que es coetánea del llamado Testamento de Heiligenstadt: la peor crisis vital del autor. Beethoven, ante el agravamiento de su sordera, el peor mal que podía afectar a un músico, llegó a pensar en el suicidio.

Se estrenó el 5 de abril de 1803, en una velada en la que Beethoven presentó también su Tercer concierto para piano y el oratorio Christus am Oelberge. El año siguiente fue publicada con el número de opus 36 por la Cámara de Artes e Industria de Viena, con una dedicatoria a uno de los habituales mecenas de Beethoven, el príncipe Karl von Lichnowsky, cuyo retrato encabeza este texto y que fue protagonista de una anécdota relacionada con el estreno de la obra. Según Jean y Brigitte Massin, cuenta Ferdinand Ries que los músicos, tras casi seis horas de ensayos, estaban un poco hartos, así que el príncipe mandó traer vino y viandas frías y tutti contenti. La obra en principio tuvo buenas críticas en la influyente Allgemeine musikalische Zeitung, pero cuando en 1824 se presentó en Leipzig las críticas de la misma revista fueron feroces. Tampoco fue bien comprendida en París, donde fue escuchada por primera vez en 1821: el segundo movimiento no pareció aceptable, así que se sustituyó por el Allegretto de la Séptima Sinfonía, del que se exigió el da capo...

Yo la escucho poco (mal hecho); es una de las sinfonías en las que me gusta dar opción a los historicistas, entre los cuales me quedo con Harnoncourt (Teldec), a pesar de que su versión sea sólo medio historicista. Toscanini o Klemperer también me agradan mucho. Quizá habría que prestar más atención a esta despedida del siglo XVIII que hizo Beethoven antes de lanzarse a la aventura sinfónica de la Heroica. Una despedida que fue más bien un "hasta luego", pues años después Beethoven retornó al modelo, al menos en parte, en su Octava.

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